Las calles empedradas de Santiago, testigos silenciosos de siglos de historia, vibraron una última vez al ritmo de los tambores y las llamas.
La 44 edición del Festival del Caribe, conocido como la Fiesta del Fuego, cerró sus puertas el 9 de julio con el ancestral ritual de la Quema del Diablo, un espectáculo de purificación colectiva que iluminó la avenida Jesús Menéndez y selló seis días de celebración, diversidad y resistencia cultural .
Un Caribe Unido en Santiago
Desde el 3 de julio, más de 400 invitados extranjeros y decenas de agrupaciones cubanas transformaron la ciudad en un mosaico viviente. El evento, organizado por la Casa del Caribe, rindió homenaje a Curazao, país invitado de honor, cuya delegación de 140 artistas inundó plazas y teatros con música, danza, cine y gastronomía .
El coloquio «El Caribe que nos une» y la exposición de arte curazoleño fueron solo el preludio de una fiesta que también celebró los 510 años de fundación de Santiago, reafirmando su título como capital cultural del Caribe .
El Desfile de la Serpiente: Sangre, Tambores y Color
El 5 de julio, el Desfile de la Serpiente tomó las calles desde la Plaza de Marte hasta la Alameda Michaelsen, un río humano donde confluyeron las tradiciones de Colombia, Haití, México y Brasil. La conga El Guayabito, con 110 años de historia, y la delegación colombiana del Carnaval de Barranquilla robaron miradas, anticipando lo que será la edición 2026, dedicada a Colombia .
Mientras, Elito Revé y su Charangón electrizaron la noche con un concierto que coronó su nombramiento como Miembro de Honor de la Casa del Caribe .
La Quema del Diablo: Fuego que Purifica.
El clímax llegó al caer la noche del pasado 9 de julio. Las llamas devoraron al muñeco de paja —símbolo de lo negativo— en un ritual heredado de tradiciones africanas y afrocaribeñas. Artistas como Síntesis y la Orquesta Miguel Faílde acompañaron la ceremonia, mientras el fuego, renovó las energías para 2026 .
«No es solo un espectáculo; es una catarsis», explicó Orlando Vergés, director de la Casa del Caribe, recordando que el festival nació en 1981 como un acto de resistencia cultural .
Hacia 2026: Colombia en el Horizonte
Durante el desfile, la senadora Gloria Flórez recibió la Mpaka —un cuerno ritual que guarda «lo mejor del festival»—, marcando el camino para la próxima edición. Santiago, fiel a su esencia, demostró una vez más que el Caribe no es solo geografía: es fuego, tambor y memoria viva .
Mientras las cenizas del Diablo se mezclaban con la brisa del mar, una certeza quedó flotando en el aire: la llama de este festival, como la de Santiago, nunca se apagará.