El 20 de abril de 1957 cuatro sobrevivientes del asalto al Palacio Presidencial fueron horriblemente masacrados por la dictadura batistiana, en uno de sus crímenes más horrendos.
La delación de un traidor privó a la Patria de valerosos jóvenes pertenecientes al Directorio Revolucionario, brazo armado de la Federación Estudiantil Universitaria (FEU) y el enclave se convirtió en un lamentable referente simbólico, inscrito por siempre en la historia de Cuba.