En una reciente comparecencia televisada del primer ministro cubano, Manuel Marrero Cruz, reconoció la dificultad que implica dirigir en la actualidad. En sus palabras, expresó que «dirigir en estos tiempos es sumamente desafiante», al mismo tiempo que enfatizaba en la imperiosa necesidad de llevar a cabo esta labor de una manera incansable, modesta y eficiente.
En el contexto actual, de tantas necesidades materiales y falta de liquidez monetaria, la eficiencia y el liderazgo de los funcionarios y cuadros directivos no solo son necesarios, sino que resultan indispensables, y como se dice popularmente: es «una cuestión de vida o muerte». No debemos olvidar la definición que el Che Guevara les otorgó al llamarlos «la columna vertebral de la revolución».
Pero es innegable que existen realidades que no se pueden ignorar. Algunos líderes, influenciados por circunstancias personales o factores del entorno, se centran más en las apariencias para evitar las críticas, y desatienden así la excelencia en el desempeño de sus funciones, generando falta de ejemplaridad, de control y exigencia y se convierten en funcionarios ineficaces a los cuales la sociedad les demanda responsabilidad y resultados.
La calidad de un líder puede ser juzgada de manera subjetiva, y en ocasiones no se reconoce el esfuerzo y estrés que conlleva dirigir, especialmente cuando las circunstancias están marcadas por la escasez de recursos y limitaciones ajenas a su control, aun cuando actúen bajo los más estrictos principios éticos y morales; sin embargo, es en los barrios, municipios y provincias donde se generan y diversifican las riquezas fundamentales que sustentan a la nación, por tanto, es ahí en las organizaciones económicas, productivas y sociales a nivel local, donde los líderes tienen la oportunidad óptima para demostrar su valía y creatividad.
En el caso de Cuba, un país que aspira a construir una de las sociedades más equitativas del mundo, se ha soportado por más de 65 años el bloqueo económico y financiero por parte de Estados Unidos, lo cual ha generado, significativamente, los desafíos que enfrenta la nación, sin dejar de reconocer que los cubanos también tienen responsabilidad en este contexto en el que los cuadros directivos juegan un papel crucial.
La defensa de Cuba debe realizarse sin caer en el chovinismo. La protección de los recursos humanos como la principal riqueza de la nación, junto a su valioso patrimonio histórico, moral y material, requiere de un compromiso absoluto y una dedicación inquebrantable por parte de sus dirigentes, tal y como lo demostraron y nos legaron, el héroe nacional y autor intelectual de la revolución José Martí, el comandante en jefe Fidel Castro Ruz, el padre de la patria Carlos Manuel de Céspedes y el Titán de Bronce Antonio Maceo, entre otros ilustres lideres.
En el informe central presentado en el 8vo Congreso del Partido Comunista de Cuba (PCC) y en los debates generados a partir de este, se definió a los cuadros como líderes capaces de movilizar, dialogar, argumentar y resolver problemas. Se espera de ellos una alta sensibilidad política, responsabilidad, disciplina, exigencia y capacidad de trabajo en equipo para encontrar las mejores soluciones a los desafíos que se presentan. Este es el llamado que el primer ministro Marrero Cruz ha hecho, y es la senda que se espera que sigan.