El regreso de Trump a la presidencia de los Estados Unidos puede significar una vuelta a la tuerca del bloqueo a Cuba. No se puede olvidar que en su anterior mandato fue implacable y nos dejó, como si fuera poco, 243 medidas que se sumaron a las ya existentes y que han sido progresivas desde 1959.
El reciente debate que tuvo lugar durante la Asamblea General de las Naciones Unidas puso de manifiesto, una vez más, que la cuestión del bloqueo a Cuba sigue sin perder relevancia, pero seguirá posponiéndose hasta que llegue el día en que la mayoría de las naciones ejerza presión real y pueda contrarrestar los privilegios hegemónicos de una minoría que se aferra a sus posiciones imperiales.
Es una ilusión pensar que simplemente «exigiendo» sin garantías vinculantes lograremos que Estados Unidos, y menos con Trump, suspenda ese genocida bloqueo que por más de 65 años ha asfixiado al pueblo cubano, ocasionando escasez de alimentos, medicamentos, combustibles, y obstaculizando el desarrollo industrial, de transporte y servicios.
En múltiples ocasiones, el presidente electo ha anunciado su intención de retomar su política de construir un muro en la frontera sur, al mismo tiempo que ha hecho amenazas de deportaciones masivas que podrían afectar a los migrantes cubanos. Esta postura no resulta sorprendente, considerando que, en el estado de Florida, donde residen individuos con fuertes sentimientos anti-Cuba, Trump cuenta con un sólido respaldo y obtuvo una victoria contundente en las elecciones, y es probable que busque saldar esa deuda política perjudicando aún más a la isla rebelde.
El informe presentado por Cuba ante la Asamblea General de la ONU fue reiterativo en que, el bloqueo constituye un alevoso crimen, un acto de genocidio y una violación sistemática de los derechos humanos de más de 10 millones de cubanos; las pérdidas estimadas en más de cinco mil millones y medio de dólares entre marzo de 2023 y febrero de 2024 reflejan el impacto devastador de esa política.
Ante un sistema de gobierno que busca nuestra debilidad, lo más sensato es centrarnos en nuestros propios esfuerzos y colaborar con otras naciones para impulsar el crecimiento económico. Los Estados Unidos parecen ofrecer únicamente hostilidad y menosprecio debido a la decisión de Cuba de alcanzar la emancipación protegiendo su soberanía y autonomía a través de todos los medios y opciones disponibles.
La aprobación reciente de la resolución contra el bloqueo en la ONU, con un respaldo abrumador de 187 votos a favor y únicamente dos en contra, por parte de Estados Unidos e Israel, constituye un mensaje contundente que subraya la obsolescencia y crueldad de esa política, pero a pesar de ello, es seguro que el presidente Trump hará oídos sordos y todo lo que esté en su poder para intensificarla.