La capacidad de los cubanos de mantenerse de pie ante las adversidades es una de las mayores virtudes, que les identifica y fortalece para seguir abriendo caminos.
En un espacio de tiempo menor de un mes se han producido tres eventos naturales en el país con notables consecuencias nocivas: la tormenta tropical Oscar, que azotara la región más oriental con grandes inundaciones y, por consiguiente, una destrucción material considerable y la pérdida de vidas humanas. Al momento de este suceso se transitaba por una desconexión del Sistema Nacional de Energía Eléctrica, de ahí un apagón total. Toda la población estaba afectada de una forma u otra.

Luego la parte occidental fue abatida por el Huracán Rafael con semejantes destrozos de viviendas e inmuebles estatales, arboles caídos y nuevamente afectaciones al Sistema Eléctrico con consecuencias extendidas a otros territorios.
Y recientemente fue la ocurrencia de dos temblores de magnitudes considerables (6.0 y 6.7) que tuvieron lugar en Pilón, Granma con efectos importantes en el escenario de esa provincia y en Santiago de Cuba, sucesos que, a poco más de 24 horas, han generado, hasta hoy 11 de noviembre, más de mil réplicas.
La etapa transcurrida entre la segunda quincena de octubre y la primera decena de noviembre ha sido muy compleja para la vida de los cubanos, como resultado de los eventos meteorológicos y sísmicos inusitados, en medio de la resistencia cotidiana ante la espada de Damocles del imperio; resistencia no con lamentaciones, sino con potente desafío y emprendimiento heroico.
Sucede que la población no se ha dejado abatir, sino se ha empinado ante los graves problemas con una unidad fortificada y elevados sentimientos solidarios, porque la identidad de los cubanos está robustecida con el amor.

Cuando en medio del fragor de la lucha por la independencia definitiva, Juan Almeida dijo: “¡Aquí no se rinde nadie!”, la frase histórica trascendió a aquellas circunstancias y asumió un valor perpetuo para el resto de todas las batallas, es como la predisposición innata de cada nativo ante cada reto difícil.
Por eso nada asombra la solidaridad puesta de manifiesto en toda la geografía cubana. Primero fueron los miles de donativos de todo el país llevados a la provincia Guantanamera: ropas, alimentos y enseres básicos para aliviar los estragos del ciclón Oscar, con el principio de compartir lo que se tiene.
Así también las horas y horas de entrega de ingenieros, linieros, especialistas, técnicos y directivos para restablecer el servicio eléctrico, y la participación efectiva de brigadas de jóvenes, combatientes del Ministerio del Interior y de las Fuerzas Armadas Revolucionaria, cederistas, trabajadores federadas, estudiantes, centenares de hombres y mujeres abrazados para vencer los problemas.
La llamada Cruzada de Cariño y el amor, protagonizada en Santiago de Cuba, devino premio al esfuerzo, al optimismo, a las expresiones humanistas y solidarias, y a la lealtad de esta población, capaz de enfrentar las dificultades sin perder la confianza y la alegría.
Entidades estatales, organizaciones empresariales, MIPYMES, Trabajadores por cuenta propia, cooperativas en sus distintas modalidades y otras estructuras juntaron sublimes intenciones, al amparo del beneficio del amor y se convirtió en una gran fiesta de múltiples ofertas con el acompañamiento de actividades deportivas, recreativas y de la cultura artística.
La respuesta del pueblo prueba el coraje, el valor de la unidad y la fortaleza invencible de nuestra obra.