Calendario, la serie televisiva cubana, que llegó a su fin este domingo, devino especial muestra a guionistas y directivos del sistema de dramatizados del ICRT, de cómo se logran grandes producciones, a pesar de las insuficiencias materiales para su realización.
Las tres temporadas de esta puesta, dirigida por Magda González Grau con el acompañamiento creativo de Amilcar Salati y la participación de otras figuras imprescindibles y un excelente elenco actoral, abordaron con valentía y al amparo de nuestros principios, diversas situaciones actuales, que constituyen desafíos a la inteligencia y al rol de los ejes esenciales de la sociedad.
Comportamientos, trances y realidades de los jóvenes, en el ámbito de los estudios de la Enseñanza Media, se movieron a través de sub tramas bien elaboradas, que propiciaron reflexiones, análisis y debates en las familias, con el beneficio de corregir actitudes y asumir un rumbo más definido, a partir de imprescindibles valores.
La alegría, el desenfado y la intrepidez, propios de la naturaleza de los jóvenes contribuyeron a poner al desnudo las preocupaciones, necesidades y los sentimientos de solidaridad y humanismo de una generación, que no vivió etapas complejas anteriores, pero hoy, en medio de circunstancias difíciles, logra reconocer razones y beneficios, y su responsabilidad personal para encaminar sus sueños.
La serie, si bien no es perfecta, constituye un amasijo de emociones, inquietudes y conflictos de enseñanza cardinal para la familia y el Sistema de Educación; y de propuestas meridianas para el imperioso cómo, ese que, a veces, no logramos encontrar por pérdida de visión o de estudios profundos de las diferentes problemáticas de la juventud, factibles de solución.
Calendario recibió del pueblo abrazos y críticas favorables, pero sobre todo plantó un desafío importante a todos los que, de una forma u otra, les corresponde el encause de una generación, responsabilizada con un futuro mejor.
Como dijo el líder histórico de la Revolución cubana, Fidel Castro Ruz, “(…) el joven no solo es lógico que sea alegre y es justísimo que busque la alegría en todo lo que haga; pero sobre todo los jóvenes deben tener presente y deben ser, atraídos, y a la larga serán atraídos, por las grandes empresas, por las grandes tareas, por las grandes obras”.