La Sierra Maestra, Joya del Patrimonio Histórico Cubano

Verdad que a unos mil 974 metros de altura sobre el nivel del mar la vista es impresionante desde el Pico Real Turquino, donde los ojos quieren atrapar cada detalle de lo infinito, un paisaje denso, azul, verde y enigmático entre las neblinas que se tragan los lomeríos, cada pueblito remoto y las pocas llanuras, allá donde se duermen las faldas de la Sierra Maestra y se bañan en las costas entre acantilados y túneles, entre dientes de perros y las fuertes olas del sur Caribe.

Desde este punto más alto de Cuba suspiro una y cien veces más, porque llegar hasta aquí no es cuestión común; precisa preparación física, escalar en tiempos no de lluvias, ni intensos fríos y la comunicación previa, aunque el camino lo conozco al dedillo.

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El típico bohío campesino sobrevive en la Sierra Maestra, a pesar de millones transformaciones en lo más profundo de la serranía. Texto y foto: Santiago Romero Chang

Desde aquí, los caminos y carreteras son como heridas que se confunden con los ríos y afluentes que dejaron surcos milenarios.

Cantan los pájaros, revoletean las mariposas, no pocas aves migratorias que pudieron sortear los fuertes vientos del trópico; por doquier las palmeras danzan al compás de las brisas y es que los amaneceres aquí sí son apacibles, lejos del estrés de las ciudades y la contaminación metropolitana.

Otros pasos más arriba el terreno es más arcilloso, en franco peligro para el más experto de los serranos. A veces, muere el camino y sólo queda un salto de piedra lisa por donde el caminante tiene que desafiar el curso del trayecto. Sigues el rumbo y aparece uno y otros farallones a la derecha, bordeas la pendiente y ahora se repite el mismo peligro, pero a la izquierda.

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Tipifica a la Sierra Maestra sus encuentros y desencuentros, los paisajes densos y extendidos con el contraste mar y montañas hacia la costa sur oriental. Foto: Santiago Romero Chang

Una leve indefinición y ahí está el vacío esperándote, siempre presto con sus malezas y otras trampas naturales de las cuales es difícil salir con suerte.

La temperatura es mucho más fría y muy húmeda. Las aguas de los manantiales pulen las rocas y hasta definen una incomparable escultura que se estira mucho más abajo. Subir es más fácil que descender, algo que no quisiera escuchar quien lleva cuatro horas escalando estas históricas montañas, primero con el Pico Cuba, luego el Real Turquino.

A medida que se aproxima el llano respiras mejor, la temperatura es más cálida y las aguas caen estrepitosamente por los ríos, cañadas y manantiales, hasta la vegetación es más verde por la erosión de las sales que portan los vientos caribeños.

Al llegar, por fin, si miras hacia detrás y arriba, te parece imposible que vengas desde muy lejos y que ahora ya no tienes el paisaje de toda la cordillera de la Sierra Maestra, pleno en colores por los diversos minerales que atesoran estas montañas; caminos que ayer transitaron los rebeldes con Fidel.

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Y qué decir de los consultorios del médico y la enfermera de la familia rural en la Sierra Maestra, de la policlínica remota, de la sala de video y televisión, del supermercado donde confluyen las historias de los lugareños. Foto: Santiago Romero Chang

Y qué decir de los consultorios del médico y la enfermera de la familia rural, de la policlínica remota, de la sala de video y televisión, del supermercado donde confluyen las historias, los encuentros y desencuentros, de la mirada indiscreta y profunda, de la solidaridad y el chiste, de leyendas de güijes jíbaros, de los dueños del paisaje denso y extendido con el contraste mar y montañas, verde y azul, luna y sol, sombrero y gorra, del trío yegua, burro y mula en confidencia singular.

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Los servicios de salud pública en lo más intrincado de la Sierra Maestra, incluso, con tecnología actual.  Foto: Santiago Romero Chang

De pronto, rompe esta armonía natural el guajiro con guitarra, bongó, maracas y quien sabe de su próxima melodía, a partir de los acordes de una típica guaracha que invita y convoca y nunca despide.

Y eso se agradece.

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Joel @ No todo está perdido
abril 11, 2024 at 1:44 am
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