La Ciudad que nació por una plaga de hormigas

Cuentan del asombro de Cristóbal Colón en su segundo viaje a Cuba, en especial, a Santiago, entorno como un anfiteatro natural defendido por el remanso de las cordilleras de la Sierra Maestra que duerme hacia las costas y deslumbran un paisaje, cuál postal natural es mayor desde la majestuosa bahía de bolsa, primero estrecha y luego expandida hacia su interior, pero cargada de sorpresas no sólo para el viejo navegante español de la Mar Océana.

Si a Colón le impresionó la majestuosa bahía de bolsa de «Cuba», como le llamaron así a Santiago, mayores fueron los asombros para el Adelantado Don Diego Velázquez, fundador de esta ciudad de donde salieron las primeras noticias sobre las escaramuzas del Gobernador Barón de Chávez, quien con dos fragatas batió a las flotas inglesas por estos litorales.

Fue ése el motivo del dictamen del Rey Felipe V y «la famosa Cédula del 14 de febrero de 1712«, que vanaglorió a los recién llegados, la mayoría de tránsito con sus botines de guerras y en busca de otros por Suramérica.

Pronto se precipitaron las primeras influencias europeas, primero, se le escamoteó el ecosistema a los taínos y siboneyes, después los colonialistas españoles demarcaron los solares para el asentamiento poblacional en los predios del Río Parada, y desde allí, huyeron por la temible plaga de hormigas gigantes, cual legión pudo desplazar a los forasteros hacia el otro extremo donde termina la bahía y comienza el lomerío.

Cuenta el informe de Velázquez que aquellos empíricos inversionistas, arquitectos y depredadores «se juntaron todos en el Puerto de Santiago para dar horden (sic) en las cosas que se abían de facer tocantes al servicio de V.A. y todos juntos vieron aquel Puerto de Santiago y les pareció muy bien y hallaron muy a propósito del puerto un sitio para el pueblo que les pareció muy bueno para asiento de la Villa de que Diego Velásquez ovo fecho relación a V.A. que quería facer, y además desto es muy a propósito a la navegación de estos reynos y de Castilla, del Oro y de la Española y de Jamaica y acordaron todos de un acuerdo que allí se hiciése la Casa de Contratación, y con este acuerdo se partieron a la Villa de San Salvador (Bayamo) y detuviéronse allí hasta el 28 de junio y volviéronse a dicho puerto de Santiago para enviar desde allí a V.A. relación de todo con estos procuradores que envía la Isla».

Así consta en «El Enjuiciamiento Cronológico de Santiago de Cuba«, de Ernesto Buch López, sobre cómo nació la perspectiva de la ciudad hacia las lomas, hasta conformarse una «anfiteatro natural», conformado por callejuelas, casonas rematadas con tejas de barros, portones pesados y ventanales altos, inmuebles muy espaciosos para dejar entrar los vientos ante el asfixiante calor del Caribe. Pero, inicialmente, no fue así.

Llegaron los acaudalados de la Villa Primada de Baracoa en busca de oro, se reprimieron más a los aborígenes, a pesar de las «promesas» del Padre Bartolomé de las Casas.

casa diego velazquez santiago
Foto Romero Chang

Las crónicas de la época connotan cuánto deambuló Diego Velázquez por los montes, caminó por el litoral, subió y bajó lomas, delimitó solares donde estaría el real Ayuntamiento al estilo de la Sevilla española, la Catedral y, por supuesto, su propia morada, uno de los inmuebles más autóctonos del centro histórico de la ciudad de Santiago de Cuba.

Por estos lares también estuvo Don Hernán Cortés, el Primer Alcalde que luego siguió hacia México. Hasta allá fue acompañado por una indígena, La Malinche, muy cuestionada hasta hoy y no sólo porque le sirvió de traductora en tierra allende al Golfo occidental.

En Santiago de Cuba se avizoró así una era terrible. Pronto se izó la bandera española, «el escudo de la colonización«, con un desconocido  que esparcía inciensos, mientras la cruz era ubicada en una pequeña meseta, tierra adentro, donde los cantos y rezos cristianos asombraron a los nativos, confundidos al escuchar el nombre de Santiago Apóstol, el Santo Patrón de la ciudad, acuñada el 25 de julio, hace casi medio milenio.

Mientras la ceremonia inaugural transcurría, allá en el otro extremo de la bahía, en los predios del Río Parada, las hormigas gigantes se revolvían como legiones capaces de perforar la tierra por doquier, como claro mensaje a los colonizadores españoles, quienes no pensaron dos veces la fundación de Santiago de Cuba loma adentro, bien lejos de las pequeñas huestes rebeldes.

Clara señal que tardaron en entender los forasteros, como veremos en el próximo tránsito histórico, de mi Santiago.

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Jornadas de trabajo intenso; en esta cobertura tuve la oportunidad de acercarme a personas revolucionarias y aman y honran la…
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Joel @ No todo está perdido
abril 11, 2024 at 1:44 am
Son los jóvenes quienes, en mayoría, llevan el mayor peso del quehacer cotidiano del país. Así ha sido siempre. No…
El secretismo no es política de estado, sin embargo, hay directivos en entidades que lo practican...
Hay que adelantarse a los acontecimientos. La ingenuidad en la comunicación, cuesta.
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