Cuando Fidel llegó por primera vez a la ciudad de Santiago de Cuba, tenía apenas seis años y su nuevo hogar era una pequeña casa en la calle General Rabí, número 6, ubicada en la loma del intendente del barrio el Tivolí. Desde allí, podía contemplar un hermoso paisaje donde el mar y las montañas de la Sierra Maestra se abrazan en perfecta armonía, regalándole una pintura natural de gran belleza.
Y este fin de semana, en la «Casita de Fidel», frente al museo de la lucha clandestina, un grupo de jóvenes y jubilados de la prensa se reunieron para compartir experiencias relacionadas con el líder máximo de la revolución cubana. El encuentro formaba parte de las actividades conmemorativas por el séptimo aniversario de su fallecimiento.
María del Carmen, reconocida periodista de televisión, señaló que posiblemente fueron esas imágenes las que despertaron en Fidel su pasión por la exploración y el profesor Rafael Fonseca se refirió a las dificultades que el niño enfrentó junto a sus hermanos Ramón Castro Ruz y Raúl Castro Ruz.
Mercedes Acosta Fornaris, presidenta de la delegación de periodistas jubilados, leyó una hermosa crónica que retrató al héroe.
Mientras JC El Violín Trovadoresco aportó un toque cultural al evento, que además contó con la grata compañía de Milagros Fernández Carón, directora del museo de la lucha clandestina y de la «Casita de Fidel».
Cuando hace 91 años que Fidel y sus dos hermanos se mudaron a Santiago de Cuba, fue con el objetivo de acceder a una educación de mayor calidad en comparación con la que recibían en Birán, su lugar de residencia permanente.