Un día como hoy Manuel Sanguily lo nombró: Antonio Maceo, el Titán de Bronce

Fue el patriota Manuel Sanguily quien, el 20 de noviembre de 1895, en una reseña publicada en el periódico Patria, le otorgó por primera vez el sobrenombre de «Titán de Bronce», un calificativo que se acerca con mayor precisión a su imponente fortaleza física y moral.

Y tenía razón, porque el cuerpo de Antonio Maceo Grajales se convirtió en un auténtico campo de entrenamiento que resistió el chirrido de machetes y las balas enemigas que se estrellaban o penetraban en el bronce de su figura; su pecho y sus brazos fueron los blancos preferidos en el «entrenamiento» de los soldados españoles. Sin embargo, éstos desconocían la integridad de su estatura adquirida enfrentándolos de frente, como lo hacen los verdaderos líderes tanto en el campo de batalla como en el ámbito de las ideas.

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Entre 1868 y 1896, prácticamente no hubo un año en el que no recibiera plomo y acero en el cuerpo; nadie se atrevía a cuestionar su «fortaleza tanto en el brazo como en la mente», que inspiraba no solo a su madre cuando arengó a uno de los hermanos menores a enfrentar al agresor y luchar en la manigua, sino a la mayoría de los cubanos.

Pero hubo heridas que les dolieron mucho más que las 27 recibidas en el cuerpo: el dolor de la traición, como el indigno Pacto del Zanjón, o las derrotas tácticas por causa de la negligencia de otros, o las luchas políticas que tuvo que enfrentar desde 1868, también en el exilio y en 1895 e incluso el trato que le dio al Mayor General José Martí en los predios de La Mejorana, debido a las circunstancias del momento.

Dos de las heridas fueron las que acabaron con su vida física, pero no con la gloria que conquistó en la manigua durante su legendaria y singular vida militar: en el controvertido combate librado el siete de diciembre de 1896 en San Pedro de Punta Brava, al oeste de La Habana, llegó el fatal desenlace. Ese día dos heridas de bala pusieron fin a su existencia como Mayor General Antonio Maceo Grajales.

Y como si no fuera suficiente, el 15 de abril de 1961, durante el recuento de los daños causados por el artero ataque de aviones estadounidenses al aeropuerto Antonio Maceo de la Ciudad de Santiago de Cuba, se confirmó en el pecho de la estatua que allí lo inmortaliza, una herida de bala calibre 30 que perforó su pecho y quedó como testimonio de la última que recibiera el Titán de Bronce en su cuerpo de héroe y rebelde cubano.

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Jornadas de trabajo intenso; en esta cobertura tuve la oportunidad de acercarme a personas revolucionarias y aman y honran la…
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Joel @ No todo está perdido
abril 11, 2024 at 1:44 am
Son los jóvenes quienes, en mayoría, llevan el mayor peso del quehacer cotidiano del país. Así ha sido siempre. No…
El secretismo no es política de estado, sin embargo, hay directivos en entidades que lo practican...
Hay que adelantarse a los acontecimientos. La ingenuidad en la comunicación, cuesta.
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Al año y 18 días de ese «titulo honorífico», cayó en combate en Punta Brava. Para las presentes generaciones nos resulta difícil mencionar su nombre sin acompañarlo con la frase (sobre nombre) de Titán de Bronce.

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