Símbolo de la Patria y expresión concreta de la gesta libertadora, devino el suceso acontecido el glorioso 20 de octubre de 1868, cuando por primera vez se entonó el Himno Nacional de Cuba y así quedar grabado para la historia el nacimiento de la nación y su identidad.
Ese relevante hecho al resumir, en si, los más sublimes sentimientos de amor patrio y la decisión de combate por conquistar la libertad, es, a su vez, una expresión artística, devenida esencia de las raíces que nos identifican; de ahí la determinación de fijar esta fecha como el Día de la Cultura Cubana.
Según recoge la historia, a partir de la primera entonación del Himno Nacional, concebido por uno de los más destacados patriotas de fila, Pedro Figueredo (Perucho), todos los actos del movimiento independentista cubano, eran presididos por dicho cántico, como reafirmación de lealtad y disposición de comprometer la vida por la Patria.
Han transcurrido 155 años y el himno sigue identificando a los cubanos y a la cultura en toda su máxima expresión por ser representativa de esa firmeza probada en la defensa la tierra amada, porque atesora valores como la dignidad y resume en sí un amplio universo de experiencias, saberes y costumbres, que nos diferencia de otros.
El himno siempre ha estado presente en la vida de los cubanos, en momentos de alegrías y tristezas, ante los triunfos y ante los momentos de emprendimientos de batallas y es hoy ese influjo que en cada amanecer nos alienta a continuar, a ultranza de los problemas acuciantes.
Nuestra cultura es todo ese reservorio, donde se amalgaman sentimientos y conocimientos, que encuentran su mayor fortaleza en la obra de la Revolución, y esta, al mismo tiempo, la valida como resultado del crecimiento humano y conjuga sus valores por un alcance superior en la creación material y espiritual, y la necesaria cohesión social.
Por eso al reverenciar nuestro himno estamos, a su vez, significando el valor de nuestra cultura, enriquecida, perpetuada y dignificada por su principal creador: el pueblo.
