Las soluciones temporales o definitivas que necesita actualmente la población cubana no están fuera de sus límites geográficos, sino en toda la demarcación de su archipiélago y en correspondencia con la elevada comprensión de los problemas, el nivel de emprendimiento, la sagacidad y los sentimientos patrios. La verdad se impone
Podrían parecer palabras manidas arrancadas de un discurso, pero sucede que la verdad se impone, sobre todo cuando se trata de la vida y necesaria prosperidad de un país de hombres y mujeres de vastos valores, empeñados en vencer numerosas dificultades.
En los momentos actuales de asfixia económica por las razones que todos conocemos, no cabe otro proceder que no sea entregarse con dedicación al rol que corresponde a cada cual, pero con el pensamiento abierto a iniciativas plausibles para contribuir a la prosperidad deseada, con independencia de las limitaciones objetivas. Se trata de una batalla individual y colectiva, con ese sentido solidario y humano que siempre ha caracterizado a los cubanos, y eso significa pensar como país.
En reciente edición del espacio televisivo de la Mesa Redonda, Miguel Díaz-Canel Bermúdez, Primer Secretario del Partido Comunista de Cuba y Presidente de la República se refirió a la necesidad de trabajar organizados desde la comunidad y el municipio para atender el desarrollo “y si el municipio es capaz de producir y desarrollarse y de superar los problemas, lo supera la provincia y lo supera el país. Hay que producir, hay que ampliar la oferta para que disminuyan los precios…”.
Lo cierto es que la existencia del bloqueo impone crecerse con inventivas, creatividad, mucha fortaleza y optimismo. Eso ha quedado demostrado en otros períodos difíciles.
La soberanía alimentaria también es imprescindible, no solo en todo cuanto se pueda hacer a nivel de cada familia, sino además en la explotación conveniente de muchos espacios de tierra que no se utilizan. Es un problema presente en todos los municipios, aunque ya se trabaja en la ampliación de hectáreas, en las llamadas áreas de desarrollo, como sucede en Santiago de Cuba.
El problema es claro, no se puede esperar que “el maná caiga del cielo”. La dirección del país trabaja arduo en la concreción de gestiones económicas, comerciales y financieras; se cuenta con el apoyo de muchos países amigos, pero la responsabilidad es de los cubanos a todas las instancias; de ahí el papel protagónico de toda la población, con el respaldo especial e imprescindibles de los profesionales de la Ciencia, la Salud, la Educación y de todos los que, de un modo u otro, contribuyen a crear y potenciar soluciones importantes.
