No hay raíz más poderosa arraigada a la tierra, que aquella que levanta un árbol soberano y pródigo de amor por el bien de los demás. Así despuntó aquel extraordinario acontecimiento, devenido obra de especial magnitud humana, heredera y continuadora de las luchas revolucionarias de un pueblo de hombres y mujeres valientes, quienes nunca cejaron su empeño de salvar a la Patria del oprobio y la extrema pobreza.
Han transcurrido siete décadas del alegato histórico “La Historia me absolverá”, suceso protagonizado por Fidel Castro Ruz, el líder redentor de una revolución que transformó una realidad sometida a intereses colonizadores, explotada y sangrienta, en un acontecer de luces y conquistas sociales.
En aquella trascendental defensa en el juicio de la causa 37 de 1953, por los asaltos a los cuarteles Moncada y Carlos Manuel de Céspedes, de Santiago de Cuba y Bayamo, respectivamente, Fidel, de acusado se convierte en acusador, al denunciar los males de la nación, resumidos en los problemas de la tierra, la industrialización, la vivienda, el desempleo, la educación y la salud. Asimismo da a conocer el programa político para cambiar el vergonzoso acontecer del país.
Allí, inmerso en su credo y en la fortaleza de sus palabras, estaba omnipresente quien él declarara como autor intelectual del asalto al Moncada, nuestro José Martí; lo había resurgido para que no muriera en el año de su centenario, “…vive, no ha muerto, su pueblo es rebelde, su pueblo es digno, su pueblo es fiel a su recuerdo; hay cubanos que han caído defendiendo sus doctrinas, hay jóvenes que en magnífico desagravio, vinieron a morir junto a su tumba a darle su sangre y su vida para que él siga viviendo en el alma de la Patria. ¡Cuba que sería de ti, si hubieras dejado morir a tu apóstol!” Y cierra con aquella frase determinante e imperecedera: ¡“Condenadme, no importa la historia me absolverá!”.
Han transcurrido 70 años de aquel suceso, que dilucidó las razones del asalto y definió el destino de un pueblo heredero de rebeldía y de vasto coraje para defender a la Patria.
Es una historia que deviene orgullo y lealtad de los cubanos, los que siempre se crecen ante los problemas, abrazados a los más sublimes ideales de justicia y prosperidad, aprendidos de Martí y de Fidel.
Y ese árbol de firme raíz, soberano y pródigo de amor es la obra que los cubanos no dejaremos morir.
El 16 de octubre de 1953, a las 9 de la mañana, la Sala de Enfermeras del Hospital Civil Saturnino Lora de #SantiagodeCuba cobró relevancia mediática al convertirse en la sede de la última jornada del juicio a Fidel Castro Ruz, organizador y líder máximo del asalto. Ese día, el hombre que ingresó a la sala de enfermeras vestido de azul y con las manos esposadas, causó un gran impacto con su alegato de autodefensa, que posteriormente se conocería como «La historia me absolverá».