Siete años después de que Efraín Hechavarría Pagán realizara su primera exposición en Casa Dranguet, regresa a este sitio con la muestra «Rostros al café», una compilación de 10 obras que se inaugurará el 29 de septiembre, a las 10 de la mañana, como parte de una jornada de actividades que realiza la institución santiaguera.
Motivada por el Día Internacional del Café (1ro de octubre), dicho jolgorio ha convocado desde el 25 de septiembre al 6 de octubre, a varias instituciones de la urbe quienes, a partir de diferentes acciones, justipreciarán el valor del aromático grano en la cultura cubana.
Una de las actividades más importantes es la exposición «Rostros al Café», de Efraín Hechavarría Pagán, quien realizó en 2016 su primera exposición de arte vinculada al aromático grano justamente en Casa Dranguet, por eso considera que regresar aquí es un hecho especial.
Un artista más maduro, una técnica más perfeccionada, nuevos senderos donde volcar las inquietudes como creador, pero siempre por los caminos del café, serán los ganchos para atraer al público seguidor de este singular virtuoso.
“Cuando me inicié en la temática de usar el café, existían artistas que habían usado esa técnica en alguna etapa de sus carreras artísticas, pero me di a la tarea de experimentar más, de profundizar más. Yo trato de usar la misma técnica, pero le imprimo otras características, por ejemplo, intento usarla como si fuera un ritual, lo hago con unos calderos, unas pailas, con matices afrocaribeños”, comenta.
Además de la exposición del día 25 de septiembre, el artista dará una charla el viernes 6 de octubre, también en Casa Dranguet, a todas las personas interesadas en conocer esta técnica, que ya viene trabajando hace más de un lustro y medio.
Sin embargo, accedió a adelantar algo de lo que estará comentando.
“Al empezar, para preparar el café yo lo ponía al sol, como me enseñaron, para que el pigmento oscureciera un poco más, redujera más la humedad, que fuera más denso, pero yo luego me di cuenta que el fuego podía usarse para acelerar el proceso. En la misma paila que empleo para esto, que es de aluminio, pues esta se convirtió en mi propia paleta. De esta manera más que una acuarela, el pigmento cuando se usa en una obra se asemeja más a un óleo, a un acrílico. Me permite usar las escalas más bajas de intensidad. Entonces uso ambas técnicas, tanto el fuego como el sol”.