La urgencia de estrechar lazos entre todos los países por un orden económico y social superior, donde la justicia, la equidad y el respeto a la soberanía, primen por encima de las diferencias ideológicas, sin ambiciones, ni gravámenes, caracterizaron las intervenciones de la inmensa mayoría de los mandatarios participantes en el 78vo período de sesiones de la Asamblea General de la Organización de Naciones Unidas.
A diferencia de encuentros anteriores, lo acontecido en esta importante reunión de jefes de estado, marca un hito en la historia, no solo por la apreciación común de los problemas que aquejan a la humanidad, sino por la valentía y madurez de los análisis y, sobre todo, por la determinación de aunar fuerzas por un mundo mejor.
Así quedó demostrado en lo que, en razón de nuestro empeño, devino colofón de la presencia de Cuba en New York, el acto organizado por la solidaridad estadounidense para rechazar el bloqueo y las sanciones de Estados Unidos contra Cuba y Venezuela, celebrado luego de concluirse el magno evento.
Al dirigirse a los más de 800 neoyorquinos presentes, Miguel Díaz-Canel Bermúdez, presidente de la República de Cuba, significó que “cuando vemos estas manifestaciones de solidaridad se siente un enorme compromiso… estamos luchando por un mundo mejor que es posible… y es lo que nos pidieron Chávez y Fidel”.
A cada idea, a cada análisis, a cada expresión de rechazo a lo negativo y perverso de la política imperial, y ante cada reafirmación solidaria y de continuación histórica, la digna representación de hombres y mujeres, allí presentes, aplaudieron y vitorearon como señal de apoyo a las palabras del mandatario cubano y como condena al procedimiento injusto contra Cuba y Venezuela.
“Reclamamos solidaridad y no egoísmos, cooperación y no rivalidades, trabajo digno y no explotación; armonía, respeto y tolerancia y no racismo, ni discriminación de ningún tipo. Los pueblos tienen derecho a determinar su destino, sin injerencias, ni imposiciones extranjeras. Las naciones tienen derecho sobre su fuente de riqueza y sus recursos naturales, los cuales no pueden seguir siendo patrimonio intocable de las grandes empresas transnacionales…”, declaró Díaz-Canel en el emotivo encuentro.
En otro momento de sus palabras, se refirió a las circunstancias difíciles por las que atraviesa el país como consecuencia del recrudecimiento del bloqueo y los efectos de haberlo alistado entre los supuestos patrocinadores del terrorismo, con la añadidura, también, de deficiencias internas que serán erradicadas. No obstante, reafirmó que “en Cuba, el proceso revolucionario y transformador continuará, y no se abandonará el principio de la solidaridad-
“Creemos firmemente, como nos enseñó Fidel, que no hay fuerza capaz de vencer la fuerza de la verdad y de las ideas. Seguiremos junto a ustedes luchando por Cuba, luchando por el Socialismo, luchando por la justicia social, luchando por conseguir un mundo mejor y lo lograremos y venceremos”.
En todas los discursos expuestos ante la ONU, Cuba, a través de su presidente, dejó clara la posición irrenunciable de avanzar, a pesar del bloqueo y de los problemas que este ha generado a una población, por ser soberana, noble, altruista, solidaridaria y leal a su historia.
La humanidad tiene sobre si la responsabilidad de encaminar su destino hacia un universo más coherente y justo, a tono con la dimensión del raciocinio y los sentimientos supremos de amor entre los seres humanos, alcanzados a la altura de este siglo. Empero la irracionalidad y el odio, aun presentes, con la unidad y la solidaridad de todos los pueblos se podrá lograr la riqueza necesaria en un mundo de paz.
