El paradigma histórico de Cuba no solo se revela en el alcance social de su obra, de la cual es protagonista su pueblo, sino porque dentro de esa magna epopeya se distinguen indiscutibles fortalezas que han sido determinantes en la preservación de la vida de todos. Hoy los cubanos celebramos el aniversario 62 de la creación del Ministerio del Interior.
No es una celebración como otras muchas merecedoras del agasajo del pueblo, se trata de uno de los pilares esenciales de la defensa de la Revolución, de un baluarte devenido imprescindible en la consolidación de la obra, a pesar de todas las artimañas enemigas arremetidas contra nuestro archipiélago, desde hace más de seis décadas.
Al triunfar la Revolución, la política estadounidense no podía permitir que solo a 90 millas existiera un país soberano, capaz de determinar un sistema de todos y para el bien de todos, libre de la explotación capitalista y con una justicia social, basada en la igualdad y encaminada a proveer de derechos a todos los ciudadanos; de ahí las agresiones, sabotajes y múltiples acciones perpetradas contra el pueblo, y los centenares intentos para asesinar a nuestro máximo líder, Fidel Castro Ruz, y a otros dirigentes.
Con la decisión vigorosa de defender a la Patria y levantarla, libre de toda ignominia, apropiados, además, de las invaluables armas de la audacia y la determinación de comprometer hasta la vida, se constituyeron las filas de este insigne órgano, que ha librado grandes desafíos y hoy continúa con mayor dominio, asumiendo importantes roles en la sociedad cubana.
En la extraordinaria labor del MININT se alistan diversas actividades, destinadas a la preservación de la vida, a la tranquilidad ciudadana, a combatir los delitos, al correcto funcionamiento del tránsito, cuidado permanente de las fronteras cubanas, la sofocación de incendios y atención a derrumbes y otras contingencias trágicas o sucesos inevitables de origen natural. Ante cada amenaza enemiga, subversión o artimaña asolapada, peligro de cualquier característica o procedencia, siempre estarán nuestros combatientes, herederos de la estirpe mambisa y de la última contienda revolucionaria, que nos enaltece ante el mundo.
Pero ya alertaba Fidel cuando decía que la lucha frente a la contrarrevolución “durará mucho tiempo todavía. Y la lucha contra la delincuencia y las actividades antisociales, durarán también muchos años todavía… tenemos esperanza de que algún día no haya contrarrevolución y tenemos también esperanza de que algún día no haya delincuencia”.
No bastan las palabras para el justo reconocimiento a los héroes anónimos, a los que desde el silencio escriben su historia épica de altruismo y lealtad a la Revolución, ni a esos tantos otros combatientes insignes, desde su desempeño quijotesco, para defender la obra erigida con sangre, voluntad, entrega desmedida y amor, hoy la Patria necesita del accionar de todos para alzarla con el espíritu de Baraguá y la decisión irrefutable de vencer las dificultades.
Sirva este aniversario 62 del Ministerio del Interior para la reverencia de los cubanos a todos estos héroes de relevantes méritos, con el rotundo juramento de continuar unidos, limpiar los reductos nocivos, perfeccionar la sociedad y levantarnos victoriosos.
