Cuando este domingo, 26 de marzo, el Este abra sus brazos, entre las esbeltas montañas y deje salir el sol, las calles se colmarán de hombres y mujeres rumbo a las urnas para hacer patente su lealtad a la Patria, a la Revolución y a Fidel, al estampar su voto vigoroso y soberano, como una clarinada de avanzada por la prosperidad.
No será una consigna la que aliente a todos votar, sino un proceder consciente, porque el pueblo asumirá la responsabilidad de decidir el parlamento cubano con la integración de figuras representativas, que acumulan en sí vastos méritos, aptitud y suficiente inteligencia para conducir la nación hacia un alcance superior en su proyecto económico y social.
Desde hace unos días se ha venido publicando por los medios de prensa, una síntesis resumida de cada candidato a diputado, en las que se ha podido apreciar, no solo el nivel de instrucción, las responsabilidades asumidas, los logros alcanzados en un quehacer de magna entrega y lealtad a la Revolución, sino, además, la representatividad de todos los sectores de la sociedad, sin exclusión de ningún tipo. Eso dice mucho de lo que se persigue,
eso revela la dimensión de nuestra democracia participativa, de nuestro sistema socialista, diseñado por el pueblo y para el pueblo.
Los enemigos de la Revolución han pretendido empañar y obstaculizar las elecciones con una campaña mediática, que ha roto los límites de la desvergüenza, del sadismo, de la mentira; no le han bastado las marañas armadas en las redes y las estupideces en cuantos escenarios circenses han armado para impedir la decisión soberana de un pueblo, paradigma por su dignidad y coraje.
Los cubanos saben que a nadie se le obliga a votar, y saben también que votar unidos es la vía más certera para resolver nuestros problemas, sin roce alguno de sumisión, de chantaje, de soborno, de aquellos años oprobiosos, presididos por dictaduras títeres de la llamada república.
Baste una mirada reciente a lo sucedido en el V Clásico Mundial de Béisbol, a ésos que difaman, derraman odio y alientan a la agresión y no quieren que votemos, sólo porque este pueblo de valientes, de nobles hombres y mujeres, amantes de la paz y de luchar juntos para avanzar, a pesar del bloqueo, no se ha dejado pisotear, ni ha cedido al mandato imperial.
La inmensa mayoría de este pueblo no ha olvidado la historia, ni a los tantos héroes y mártires que la dignifican, y sabe que la dirección del país es continuidad de la gloriosa obra, bajo la guía perpetua de Fidel. Por eso, a espaldas de la campaña orquestada para lograr el descrédito y la falta de confianza en la Revolución, este 26 de marzo, nuevamente, la unidad marcará la fuerza indestructible de nuestro país.
