Más que el gozo, el dolor enseña. Cuba enlutada despedÃa, aquel 16 de abril de 1961, a siete de sus hijos, caÃdos bajo las bombas imperialistas, a poco más de dos años del triunfo de una Revolución, nacida para ofrecerle a un pueblo infortunado la claridad de una dicha que habÃa que construir.
Su lÃder convencÃa, por la fuerza de los argumentos, a una multitud que acababa de ver con sus propios ojos los hechos de sangre de que era capaz el imperialismo yanqui, enemigo eterno del nuevo rumbo social que tomaba la Isla.
Una invasión armada era la palabra de orden para destruir una luz amenazante en su bondad, generosa en su esencia, contraria a los intereses de quienes no saben vivir en paz, y quieren para otros humanos lo que no querrÃan para sà mismos. Después, le mentirÃan al mundo, porque las fake news y el uso de los medios para falsear la realidad no es cosa solo de estos tiempos.
Estremecido ante el crimen y la vileza, Fidel puso una vez más los puntos sobre las Ães: «nosotros somos todo lo contrario», les dijo, y le fue dable a la multitud comprender las evidencias. Cuba estaba luchando por rescatar sus recursos naturales, Cuba se estaba abriendo a un nuevo e irreversible escenario, que no le serÃa gratuito, y que marcarÃa a su pueblo de un modo singular, educado y conducido por un hombre que al dÃa siguiente estarÃa en el campo de batalla, ofreciendo el pecho, nuevamente, por defender a su Patria de la invasión mercenaria por Playa Girón.
«¡Cómo sirven estos hechos para comprender!, ¡cómo sirven estos hechos para enseñarnos las realidades del mundo!», exclamaba, y desmontaba, una a una, las patrañas y propósitos del Gobierno imperialista de Estados Unidos, dispuesto a aniquilar, con su poderÃo, el destino emprendido por la Isla.
Fidel no hablaba para un pueblo hueco, receptor de un discurso incongruente. Fidel hablaba y el pueblo asentÃa. Los hechos lo amparaban, las palabras cobraban respaldo en cada hora vivida.
No fue espantoso, ni espeluznante oÃrlo hablar aquel dÃa de Revolución socialista. No conocÃa aún el pueblo cubano toda la dimensión de esa palabra, que desde entonces demonizaron los enemigos históricos del proyecto social cubano, el mismo que hoy, al decir de DÃaz-Canel, «es la única explicación de que hayamos sobrevivido a ese cerco feroz y genocida», que es la fusta del bloqueo, «sin renunciar a desarrollarnos», y sin perder la alegrÃa.
Mucho ha llovido desde aquel dÃa. De lo alcanzado, testigos somos. Seamos parte de nuestro socialismo –el más hermoso proyecto de justicia social posible– construyendo, aportando. En el carácter del pueblo enardecido que, el 16 de abril de 1961, proclamó socialista a su Revolución antes de irse a la defensa de la Patria en las arenas de Girón, está además la esencia del Partido que lo conduce hasta hoy, invicto, victorioso, glorioso, como esta fecha que, por la inspiración de esos dÃas, también marca la fundación del PCC.