Santiago de Cuba, 12 jul.— Se dice con toda razón que en la agricultura cinco años es tiempo suficiente para saber si algún proyecto de producción de alimentos cumple con las expectativas iniciales o no.
De corroborar esa sentencia se encargaron los participantes en el Proyecto de Desarrollo Rural Cooperativo que se ejecuta exitosamente en la región oriental del país, (PRODECOR) que abarca las provincias de Las Tunas, Holguín, Granma y Santiago de Cuba con la finalidad de potenciar el cultivo de granos, fundamentalmente en maíz y frijol.
El proyecto arrancó con el fortalecimiento de unas 14 cooperativas con maquinarias, implementos y otros recursos de forma tal que pudieran prestar servicios al resto de las unidades de producción que están dentro del proyecto y cooperativistas que no necesariamente forman parte de él.
El responsable metodológico de la Oficina coordinadora de Proyectos en el Ministerio de la Agricultura, Mario Cisneros López que el reto inicial consistía en prestar servicios en la preparación de suelos, siembra y cosecha sin quitarle el protagonismo que tienen las empresas estatales que siempre han tenido esa misión.
Cinco años de trabajo han demostrado, como bien se dijo en este Primer Taller de Intercambio que se ha avanzado con magníficos resultados productivos. Hoy la producción tanto en el maíz como en el frijol duplican y hasta triplican lo que anteriormente se cosechaba.
Hoy, los frijoles aportan importantes cifras con destino al mercado interno como parte del esfuerzo que se hace por sustituir las importaciones en este renglón fundamental en la mesa de los cubanos. El maíz aún no llega a ese resultado, pero se trabaja para en un tiempo relativamente corto lograr igualmente ese objetivo.
Se decidió que el Taller se realizara en Santiago de Cuba porque esta provincia acumula buenas experiencias en las cinco Cooperativas Prestadoras de servicios que forman parte del PRODECOR.
Los participantes coincidieron en que falta mucho por hacer para fortalecer las prestaciones, con el empleo de buenas prácticas de labores agrícolas que permitan lograr oportunidades financieras no solo al productor sino a la CCS y la comunidad.
También acordaron consolidar la infraestructura y continuar avanzando con la tecnología adquirida para conseguir sostenibilidad en las prestaciones de servicios, en aras de lograr un incremento productivo y contribuir a la seguridad alimentaria.