Tomás Romay, uno de los primeros intelectuales cubanos

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La Habana.- Tomás Romay y Chacón (1764-1849), médico, profesor, escritor y orador, inició el movimiento científico en Cuba y constituye figura prominente de la llamada ilustración reformista cubana que introduce en la sociedad el pensamiento diferente del criollo. Perteneció a la llamada Generación del 92, la cual irrumpió a la vida de la colonia en la última década del siglo XVIII y actuó destacadamente en las primeras del XIX.

Era uno de los habaneros más cultos de su época; notable higienista, introdujo la vacuna antivariólica en el país, en 1804, comenzando por su propia familia.

Cuando el Obispo Juan José Díaz de Espada (1756-1832) asumió su cargo en La Habana (1802), se apoyó en dos de los pocos criollos ilustrados de la época, el padre José Agustín Caballero y el médico y profesor de filosofía Tomás Romay y Chacón. Poco después enfermó gravemente de fiebre amarilla y salvó la vida gracias al doctor Romay que se convirtió desde entonces en su médico de cabecera y amigo.

En apoyo a los planes de Espada, Romay se empeñó en la erradicación de la práctica de los enterramientos en las iglesias y promovió el primer cementerio de la ciudad.

Se enfrentó a los enemigos del progreso sanitario y logró que el Obispo emitiera una carta pastoral de exhortación a la población a vacunarse.

Al respecto publicó artículos científicos y memorias, entre ellos acerca de la introducción y progresos de la vacuna en la Isla de Cuba (en 1804 y 1815) y Discurso sobre las sepultureras fuera de la ciudad (1806).

Elaboró un detallado trabajo del primer cementerio de la ciudad, inaugurado el 2 de febrero de 1806 y actualmente desaparecido, el cual pasó a la historia con el nombre del obispo que asumió parte de los gastos de su construcción.

Fue también uno de los iniciadores y redactores principales del Papel Periódico de La Habana, fundado en 1790 bajo el mandato de Luis de las Casas Aragorri (1745-1800), representante español del llamado Despotismo Ilustrado en Cuba.

Este Gobernador y capitán general (1790-1796) favoreció algún progreso en la Isla de acuerdo con el interés de los hacendados criollos y también fomentó su propio ingenio azucarero en la zona habanera de Güines.

En ese período se muestra una indiscutible diferenciación entre los intereses de los nacidos en Cuba, en particular la aristocracia criolla, y la Metrópoli, que es más marcada desde principios del siglo XIX.

UN ILUSTRADO CRIOLLO

A Romay se le considera entre las principales figuras intelectuales nacidas en los años inmediatos posteriores a la ocupación de la Habana por los ingleses (1762-1763) o pocos años antes.

Combatió el escolasticismo y abordó la medicina y su situación en la tierra cubana mediante una visión científica; su pensamiento y acciones abrieron las puertas de las ciencias modernas, racionales y empíricas.

Fue decano de las facultades de Filosofía y Medicina de la Universidad de la Habana.

Jugó un importante papel, junto al economista Francisco de Arango y Parreño (1765-1837) y José Agustín Caballero (1762-1835), filósofo, teólogo y profesor, así como otro pequeño grupo de ilustrados integrado por varios militares, un obispo y un poeta.

De estos últimos Gonzalo O´Farrill y Herrera (1754-1831) alcanzó altos cargos militares en España donde sirvió a la Corona y luego a los ocupantes franceses.

Joaquín de Santa Cruz y Cárdenas (1769-1807), tercer conde de San Juan de Jaruco, realizó estudios prácticos de colonización y fomento agrícola.

Manuel Tiburcio de Zequeira y Arango (1764-1846) fue poeta y soldado; Luis de Peñalver y Cárdenas (1749-1808), ilustre prelado en Cuba, obispo de Nueva Orleans y Arzobispo de Guatemala; y Nicolás Calvo de la Puerta y O Farrill (1758-1800), un criollo de mucho saber.

Romay tuvo de mentor a Calvo de la Puerta y O Farrill, un rico propietario habanero, quizás el más cultivado de las familias criollas de finales del siglo XVIII, dotado de amplio conocimiento en artes, letras y ciencias.

Descendiente de familias de origen español asentadas en el país largo tiempo, Tomás Romay -criollo de segunda generación- nació el 21 de diciembre de 1764 en La Habana donde también murió el 30 de marzo de 1849.

La familia Romay se estableció en Cuba en la primera mitad del siglo XVIII y la Chacón, desde principios del XVII. Romay empezó su aprendizaje en el Convento de Predicadores bajo la tutela de su tío Fray Pedro; cursó Gramática, Retórica y Filosofía en el Seminario de San Carlos y San Ambrosio y, aunque comenzó derecho, decidió ingresar en la Facultad de Filosofía de la Real y Pontificia Universidad de La Habana.

Inteligente y riguroso en sus estudios se graduó de Bachiller en Artes (1783) y obtuvo la Licenciatura y el Magisterio en Artes, tras ejercer la cátedra de Texto Aristotélico (1785).

Recibió el título de Bachiller en Medicina (1789) y los de licenciado y doctor en Medicina, en 1791, por haber obtenido por oposición la cátedra de Patología en la Universidad habanera; fue tesorero de esa institución (1796-1800, 1802 y 1805).

En 1797 publicó la primera Monografía médica sobre la fiebre amarilla en Cuba; esta memoria le sirvió para ser reconocido socio académico corresponsal de la Real Academia de Medicina de Madrid (1798).

Había sido leída por Romay, el 5 de abril de 1797, en la Sociedad Patriótica de La Habana con el título “La disertación sobre la fiebre maligna llamada vulgarmente vómito negro, enfermedad epidémica en las Indias Occidentales”, primer estudio científico de la fiebre amarilla realizado en este país.

Su profesión y obras fueron en ascenso: en 1817 empezó su labor de reforma de la enseñanza médica, restableció las prácticas de anatomía en el hospital militar de San Ambrosio e impulsó la modernización de la Medicina Clínica en la Universidad de la Habana, en la Cátedra de esta materia, inaugurada en 1834.

Fue durante muchos años Director de la Junta Central de Vacuna (creada en 1804), médico de la Real Familia (1805) y socio corresponsal de la Comisión Central de la Vacuna en París.

Promotor y miembro destacado de la Sociedad Patriótica (Sociedad Económica de Amigos del País), fue socio de honor (1834), presidente de su sección de Ciencias Médicas (1835) y Director de la institución (1842), así como socio corresponsal de las Sociedades Económicas de Cádiz, Sevilla y Granada (1816).( Marta Denis Valle/Prensa Latina)

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Joel @ No todo está perdido
abril 11, 2024 at 1:44 am
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Hay que adelantarse a los acontecimientos. La ingenuidad en la comunicación, cuesta.
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