Santiago de Cuba se mantiene por estos días como epicentro de la integración caribeña. La Feria ExpoCaribe, que concluyó el pasado 27 de junio, y el Festival del Caribe, que comienza el próximo 3 de julio, confluyen en el propósito de fortalecer la identidad regional y promover el desarrollo económico: cultura, comercio y cooperación se articulan en estos dos eventos que, desde sus respectivos ámbitos, apuestan por el progreso y la unidad de los pueblos del Caribe.
Expo Caribe 2025 no solo reflejó el dinamismo de los vínculos económicos entre los países y pueblos del Gran Caribe; también representó una apuesta firme por fortalecer la cooperación regional frente a desafíos comunes como el cambio climático, el impacto de los monopolios capitalistas y las limitadas alternativas de desarrollo en un mundo cada vez más globalizado.
Tras dos décadas de trayectoria, la Feria se ha consolidado como una plataforma estratégica para la integración, la inversión y el intercambio entre las pequeñas naciones del Caribe; su objetivo es claro: promover proyectos conjuntos, fortalecer el comercio regional y atraer inversiones sostenibles que contribuyan al desarrollo compartido.

En esa misma sintonía, aunque desde el ámbito cultural, el Festival del Caribe ha demostrado, a lo largo de sus 44 años de existencia, que la cultura es un patrimonio común capaz de trascender fronteras. A través del intercambio, la creación artística y la investigación, este evento confirma que es mucho lo que se puede lograr en favor de la integración de los pueblos caribeños, más allá de las barreras idiomáticas o ideológicas que históricamente se han intentado imponer.
Durante sus jornadas, Santiago se llenará de música, danzas y expresiones artísticas que reflejan la riqueza y diversidad cultural de la región. Esta edición del Festival promete ser especialmente memorable, con la participación de artistas nacionales y de otras latitudes más allá del propio Caribe, en un verdadero encuentro de culturas.
Con apenas cinco días de diferencia entre uno y otro, la ciudad vuelve a convertirse en punto de confluencia de culturas, economías y voluntades; dos eventos de alcance regional que, desde enfoques complementarios, coinciden en un propósito que trasciende lo simbólico: consolidar la identidad caribeña y dinamizar las relaciones económicas y culturales entre sus naciones.
Mientras la Feria abrió espacios para el intercambio comercial, la promoción de negocios y la búsqueda de alianzas estratégicas, el Festival apuesta por la preservación y la celebración de las tradiciones, la música, la danza y los saberes populares que definen el espíritu del Caribe.
Juntos, estos encuentros ofrecen una plataforma única donde convergen oportunidades económicas y expresiones culturales, en un esfuerzo por proyectar a Santiago de Cuba como puente natural entre los pueblos caribeños y motor del desarrollo regional.