lunes 21 julio 2025

En el Día Internacional de la Infancia, “para los niños trabajamos…”

Las celebraciones a escala mundial siempre llevan en si un amasijo de premisas determinantes como es el desarrollo intelectual alcanzado, las vivencias, y valores y sentimientos, propios de la naturaleza humana. En ese amplio universo de efemérides reconocidas ocupa un lugar especial el Día Internacional de la Infancia, instituido en 1956 por la Asamblea General de Naciones Unidas.

Desde entonces cada primero de junio se dedica el imprescindible agasajo a los infantes, cual seres humanos en su condición primaria de vida, urgidos de protección ante todos los requerimientos que garanticen salud, educación y bienestar en general, en cualquier espacio del planeta. Si bien no es algo que se haya podido lograr en todos los países en la misma dimensión, Cuba se empina como paradigma, no pocas veces reconocido por la Unicef.

La obra social cubana erigida en más de seis décadas desarrolla vastos programas de salud, educación y justicia social con todo un cuerpo legislativo, que tributa a la formación, desarrollo y salvaguarda de los niños y niñas, garantes del futuro de la nación.

Por eso no resulta suficiente este espacio para detallar, por ejemplo, el cuidado extremo en materia de salud, que se aplica a cada mujer en proceso de gestación, en pro de un parto sin complicaciones y el advenimiento feliz de un nuevo nativo. Y, ¿qué decir del amplio programa de vacunación y las enfermedades erradicadas, y el seguimiento, la persistencia y la profesionalidad de los Médicos de la Familia…? todo un sistema armonizado en razón de la vida.

En Educación sobran las muestras de todo cuanto se hace por los niños y niñas; baste una mirada a cualquier rincón del archipiélago y se advierte una obra responsable y plena de amor.

Así se constata en el municipio Santiago de Cuba donde a semejanza del resto del país, no solo se desarrolla el programa de enseñanza en los diferentes centros escolares, sino que además no se abandona a aquellos infantes que tienen alguna discapacidad, ni a los que carecen del amparo filial, e incluso no hay alumnos de Primaria que dejen de recibir las clases con independencia de vivir en lugares despoblados y de poca accesibilidad; a estos el Estado les garantiza las clases, a cargo de un maestro, con una matrícula de uno a cinco escolares. Dicho educador recibe una remuneración salarial igual que el resto de los profesionales afines.  

En un reciente intercambio con el Departamento de Planificación, Estadística e Información de Educación en el municipio de Santiago de Cuba se conoció que en la referida condición se encuentran las escuelas “Otto Parellada” y “José Antonio Echeverría”, en el poblado de El Caney; en Siboney, en los centros “José Mercerón” y “Conrado Benítez” y en Ramón de las Yaguas, “Gilberto Isalguez”, “José Maceo” y “Ñico López”; todas con una matrícula entre 2 y 5 niños.

Asimismo existen 3 hogares, que acoge a los pequeños sin amparo filial y 25 escuelas especiales con una matrícula de 2 mil 146 estudiantes; cada una asiste a los pequeños de forma diferenciada, que presentan impedimentos físicos o mentales.

Ante las difíciles circunstancias que vive el país, como consecuencia del genocida bloqueo imperial, la atención a los infantes deviene la prioridad más sensible y el desafío permanente de vencer los obstáculos porque como dijera José Martí “Para los niños trabajamos, porque los niños son los que saben querer, los niños son la esperanza del mundo”.

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Joel @ No todo está perdido
abril 11, 2024 at 1:44 am
Son los jóvenes quienes, en mayoría, llevan el mayor peso del quehacer cotidiano del país. Así ha sido siempre. No…