lunes 05 mayo 2025

Parque San Juan, donde la historia y la paz dialogan en Santiago de Cuba

En Santiago de Cuba, más allá del bullicio urbano y el calor caribeño, existe un espacio donde el tiempo parece detenerse entre cañones oxidados, trincheras silenciosas y el susurro de una ceiba que custodia memorias de guerra y anhelos de paz. El Parque Loma San Juan-Árbol de la Paz no es solo un sitio histórico, es un símbolo de contradicciones, un escenario donde se entrelazan el heroísmo, la diplomacia forzada y la ironía de una guerra que cambió el destino de Cuba y del mundo. 

Este parque, testigo excepcional de la última batalla terrestre de la Guerra Hispano-Cubana-Norteamericana (1898), ofrece una narrativa única. Aquí, bajo el mando del General Shafter y el Mayor General Calixto García, se selló el fin del colonialismo español, pero también se gestó el inicio de una nueva era de influencia estadounidense. La historia, como suele hacerlo, se muestra en capas: los monumentos a mambises, soldados estadounidenses y españoles no glorifican a vencedores o vencidos, sino que reflejan el costo humano de un conflicto que reconfiguró geopolíticas. 

El Árbol de la Paz, una ceiba joven que reemplazó a su antecesora centenaria, es quizás la metáfora más potente del lugar. Rodeada de libros de bronce que enumeran nombres de caídos, el árbol crece en un suelo regado con sangre de tres banderas. Es un recordatorio de que la paz, como la ceiba, requiere raíces profundas en la memoria. Los cañones apuntalados junto a sus ramas no son decoración: son advertencias silenciosas contra el olvido. 

Pero el parque no se limita a conmemorar batallas. En una esquina, la efigie de Calixto García y su carta a Shafter (un texto cargado de dignidad y ironía) revelan una historia paralela: la de los mambises excluidos de la entrada triunfal a Santiago bajo el pretexto de «barbarie». García, con palabras que aún resuenan, desnudó la hipocresía de un aliado que, tras usar al Ejército Libertador, lo relegó al papel de espectador. Su protesta es un gato que cruza la historia cubana: la lucha por el reconocimiento ante poderes que imponen condiciones.

Foto 2 San Juan

Hoy, el parque fusiona lo pedagógico y lo contemplativo. Las trincheras, los fortines y las piezas de artillería no son reliquias inertes; invitan a caminar entre ecos de estrategias militares y a reflexionar sobre cómo un episodio local definió el rumbo imperial de Estados Unidos. A la vez, su frondoso entorno (parte del pulmón verde de Santiago) ofrece un contrapunto sereno, casi reconciliador, ante la violencia pasada. 

¿Por qué este parque llama la atención de todos sus visitantes?

No solo por su valor histórico, sino porque aquí, entre sombras de ceibas y nombres grabados en bronce, se respira la complejidad de Cuba, un país que forjó su independencia entre la ayuda interesada de unos y la opresión de otros. En un mundo donde las guerras aún se libran entre narrativas contradictorias, Loma San Juan-Árbol de la Paz es un recordatorio de que la paz no es la ausencia de conflicto, sino la capacidad de aprender de él.

Visitar este parque es, en definitiva, recorrer las cicatrices de una nación y, al mismo tiempo, encontrar en su verdor la esperanza de que los libros de la historia (aunque estén hechos de metal) puedan algún día cerrarse para siempre.

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Los juristas son, en principio, servidores públicos imprescindibles.
Saludos desde México. La cultura de la previsión así como la calidad en el trabajo ayuda a los pueblos de…
Jornadas de trabajo intenso; en esta cobertura tuve la oportunidad de acercarme a personas revolucionarias y aman y honran la…
Joel @ No todo está perdido
abril 11, 2024 at 1:44 am
Son los jóvenes quienes, en mayoría, llevan el mayor peso del quehacer cotidiano del país. Así ha sido siempre. No…
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