Ángel Aquino reside en la populosa barriada de Martí, en la ciudad de Santiago de Cuba. Él y los cuatro miembros de su familia han padecido en estos días algunos de las enfermedades virales que circulan, aunque aseguran que fue la chikungunya “la que nos cogió, porque a todos nos tumbó”, comentan.
Para combatir las arbovirosis es imprescindible eliminar el mosquito y erradicar las condiciones que favorecen su reproducción, así como la falta de higiene ambiental generalizada, problemáticas que ya existían antes del paso del huracán Melissa, pero que el desastroso evento climático las agravó aún más.
Sin embargo, el hecho de que la población conozca los riesgos de contraer estas enfermedades no supone una colaboración efectiva con el entorno ni con la salud ambiental. Muchos afectados, quizás la mayoría, no acuden a las instituciones sanitarias y prefieren auto diagnosticarse, pues “sabemos cuáles son los síntomas, y si vas al médico no hay nada, ni siquiera para aliviarte”, sostienen buena parte de los entrevistados.
La propagación del dengue, la chikungunya y otros virus también se ve favorecida por la necesidad de almacenar agua en las viviendas, lo que crea criaderos ideales para el Aedes aegypti, a lo que se suman el manejo inadecuado de los residuos sólidos y las deficiencias en el saneamiento, explicó en la Mesa Redonda de la televisión cubana la Dra. María Guadalupe Guzmán Tirado, directora del Centro de Investigación, Diagnóstico y Referencia del Instituto de Medicina Tropical “Pedro Kourí” (IPK).
Entre los entrevistados para este trabajo se incluyen, además, vecinos de los repartos Abel Santamaría, Sueño, 30 de Noviembre y Rajayoga, así como datos recientes procedentes de las pesquisas que se realizan actualmente en la ciudad, y muchos coinciden con la familia de Ángel Aquino: quienes acuden a los centros de salud cuando comienzan a sentirse mal no son la mayoría, y aseguran que la fumigación prácticamente ha desaparecido y los criaderos de mosquitos se han multiplicado tras el paso del huracán.
No obstante, el Dr. Francisco Durán García, director nacional de Epidemiología, confirmó que la situación “todavía es aguda”, aunque en sus reportes no incluye a Santiago de Cuba entre las provincias más afectadas.
Esta discrepancia entre las estadísticas oficiales y la percepción cotidiana de los santiagueros deja al descubierto una realidad que, para muchos, se vive con creciente preocupación y con la sensación de que el riesgo está mucho más cerca de lo que reflejan los informes.