A pocos días de cumplir 510 años, Santiago de Cuba no es solo una ciudad; es un crisol de historias, sudores y sueños, un lienzo donde se mezclan las huellas del taíno, el español, el africano, el francés y el chino. Así lo define Omar López Rodríguez, Director de la Oficina del Conservador de la Ciudad: «Un santiaguero es la suma cualitativa de todas esas razas y culturas».
Esta crónica es un recorrido por ese patrimonio que late en las calles, los cafetales y el alma de sus habitantes.
La Ciudad que Respira Historia
Santiago, fundada el 25 de julio de 1515, es la segunda villa más antigua de Cuba y guarda en sus piedras el eco de rebeliones y revoluciones.
Desde el asalto al Moncada—cuyo 72 aniversario se conmemora este año— hasta los cafetales franceses declarados Patrimonio Mundial por la UNESCO, la urbe es un museo vivo .
Omar López, arquitecto y poeta del patrimonio, lo sabe bien: «El ser humano se proyecta al futuro si tiene raíces» .
Bajo su liderazgo, la Oficina del Conservador ha rehabilitado no solo monumentos, sino también panaderías, bodegas y viviendas, tejiendo lo social con lo histórico.
Café, Azúcar y Sangre: El Legado Multicultural
El Paisaje Cultural Cafetalero, es símbolo de un pasado que aún alimenta el presente.
BioCubaCafé, con su edición conmemorativa «510 Aniversario», rinde homenaje a este legado. Pero más allá de los contrastes, el aroma del grano —heredero de los colonos franceses— sigue siendo el perfume de Santiago.
Calles que Cantan: Música y Resistencia
En la oriental ciudad, el patrimonio no es solo piedra: es son cubano, es Carnaval, es Fiesta del Fuego.
La Casa Dranguet, centro de interpretación del café, y el Complejo Heredia son escenarios donde la cultura se reinventa. López, amante de la música y la poesía, insiste en que «la belleza está en lo cotidiano»: un grafiti, un letrero antiguo, una foto que captura el alma de la ciudad.
Santiago, Más Allá de los 510
Como expresa López: «Esta ciudad es un hijo querido» . Su legado no son solo edificios, sino la resistencia de su gente, la fuerza de sus mujeres y la creatividad de su juventud.
Que los 510 años no sean solo una postal, sino un llamado a preservar, desde la memoria, el Santiago que late en cada esquina: el de todas y todos