Los más recientes eventos en los que se han confrontado experiencias locales referidas al movimiento de innovadores y racionalizadores en Contramaestre, han dejado algunos puntos vulnerables a la vista que deben ser abordados con inteligencia y premura.
La primera y más preocupante de todas es la desatención de algunas administraciones a esta actividad priorizada, en la que se demandan de pocos recursos, pero se necesita de materiales imprescindibles, tiempo e incentivo para concretar los trabajos.
En esta misma línea es igualmente demandado mayor reconocimiento moral y material a quienes trabajan en soluciones que mantienen vitales las industrias y los diferentes procesos productivos en sectores clave como la producción de alimento, la salud, la educación y el transporte.
Se precisa de consolidar una estrategia común que permita la generalización e introducción en otros escenarios de aquellas soluciones que han demostrado en la práctica su viabilidad y han tenido un impacto positivo allí donde fueron concebidas.
El movimiento de innovadores en el municipio Contramaestre es sólido y recibe una atención positiva de los funcionarios estatales encargados de la tarea desde el CITMA y el Fórum de Ciencia y Técnica, sin embargo es en la base, en la fábrica, la industria, el centro de labor, donde se necesita perfeccionar esta tarea. Un innovador es un investigador en potencia, una persona que desde el conocimiento, la ciencia y la técnica, puede aportar mucho en el afán y la necesidad de desarrollar el país. Sin embargo, a todas luces, requiere que detrás suyo haya un respaldo que solo las administraciones locales pueden ofrecer y eso está faltando.
