En las tierras fértiles de Segundo Frente, municipio de la oriental Santiago de Cuba, donde los bosques se entrelazan con cultivos y tradiciones, emerge la figura de Roel Pérez Diéguez, un campesino cuyo nombre resuena como sinónimo de innovación y compromiso comunitario.
Elegido delegado directo al Congreso de la Asociación Nacional de Agricultores Pequeños (ANAP) y presidente de la Cooperativa de Producción Agropecuaria (CPA) Alcibiades Blanco Mejías Diéguez encarna un modelo de desarrollo que integra agroforestería, conservación ambiental y rescate cultural.
Agroforestería: La columna vertebral de un proyecto sostenible
La CPA que lidera Roel gestiona 489 hectáreas, de las cuales 444 están dedicadas a la silvicultura, un área que no solo genera recursos maderables, sino que también actúa como sumidero de carbono, contribuyendo a la mitigación del cambio climático.
Sin embargo, lo más destacable es la sinergia entre el bosque y la agricultura: en cuatro hectáreas de cultivos varios, ubicadas en la zona de La Ensenada, combinan técnicas ancestrales con tecnologías modernas.
«Usamos casas rústicas de tapado y cultivos protegidos para optimizar rendimientos y reducir costos», explica Roel.
Actualmente, recuperan dos de estas estructuras y planean construir seis más, llegando a ocho, con el fin de maximizar la producción en pequeñas parcelas.
Este enfoque agroforestal no solo mejora la seguridad alimentaria, sino que también preserva la biodiversidad.
Según estudios, los sistemas que combinan árboles con cultivos aumentan la resiliencia climática y mejoran la calidad del suelo, algo que la cooperativa ha comprobado en sus resultados tangibles: mayores rendimientos y una agricultura más eficiente.
Conservación y biodiversidad: Más allá de los árboles

El compromiso de Roel trasciende lo agrícola. En el módulo pecuario, la se crían cabras y cerdos criollos, adaptados a las condiciones locales. Pero el proyecto estrella es la recuperación de las gallinas de guinea, una especie en peligro de extinción.
«Es un esfuerzo colectivo para preservar nuestra fauna», afirma.
Esta iniciativa se alinea con prácticas globales de restauración ecológica, donde la participación comunitaria es clave para rehabilitar ecosistemas.
Además, la cooperativa ha integrado el «senderismo» como herramienta de educación ambiental y turismo comunitario.
«Los jóvenes se han sumado a proteger el paisaje; ahora caminan estos senderos y aprenden sobre su valor», destaca Roel.
Esta actividad no solo genera ingresos, sino que fortalece el vínculo entre las nuevas generaciones y su entorno natural, un enfoque similar al de proyectos que vinculan patrimonio cultural y conservación de cuencas hidrográficas.
Cultura y cooperativismo: Raíces que sostienen el futuro
Para Roel, preservar la identidad campesina es tan vital como producir. Bajo su liderazgo, la CPA construyó la «Casa del Campesino», un espacio museográfico que salvaguarda tradiciones locales.
«Cada herramienta aquí cuenta una historia», comenta. Esta iniciativa refleja la filosofía de la economía solidaria, donde la herencia cultural son pilares para el desarrollo comunitario.
El modelo cooperativo de la Alcibíades Blanco Mejías también evidencia un equilibrio entre intereses económicos y bienestar social.
Un legado en crecimiento
La incorporación de jóvenes a la cooperativa marca un hito.
«Antes veían el campo como un lastre; hoy lo ven como una oportunidad», puntualiza Ramírez
Con proyectos que van desde la agroforestería hasta el ecoturismo, su trabajo demuestra que la sostenibilidad no es solo un concepto, sino una práctica arraigada en la comunidad.
Cuando hoy se celebra el Congreso de la ANAP, Roel Pérez Diéguez lleva consigo no solo las demandas de Segundo Frente, sino un modelo replicable: donde los bosques alimentan, las tradiciones educan y la cooperación construye. Guajiro que rinde digno homenaje este 17 de mayo día del campesino en la nación, con su transparencia ante el trabajo y su cubanía.