Hay fechas históricas en el calendario cubano, que mucho más que recordarse para un homenaje, son perpetuas y marcan la vida en el accionar cotidiano, no exclusivamente por el hecho en si, sino, sobre todo, por tratarse de figuras, cual ejes principales que trazaron pautas indelebles e inherentes a la existencia de los nativos y a toda América.
Baste pronunciar su nombre, aquel de un portentoso ideario, donde se validó en su justa dimensión el pensamiento y el proceder de las personas, los valores que trazan los destinos de los pueblos, el bien y el mal y la clara percepción de los que aman y fundan, y de los que odian y deshacen. Ese fue y será siempre nuestro José Martí, el apóstol de la Patria, quien no solo fue el autor intelectual del Moncada, sino aliento importante en la lucha definitiva por la libertad hasta la batalla de nuestros días.
No existe suficiente espacio en estos renglones para revelar toda su obra, pero si vastas razones para un llamado necesario en nombre de la Patria agredida. Y es que hoy requerimos de su prédica para apretar los pasos unidos ante tantos problemas que amenazan las conquistas logradas; se precisa de mayor organización, sabiduría y constancia “… porque lo que no se ordena, no anda: lo que no se junta, no vence, no hay golpe que abata, no hay cobardía que aniquile, no hay denuncia que anonade, no hay traición que eche atrás a un pueblo capaz y ofendido…”.
Asimismo decía Martí que: “Disciplina quiere decir orden y orden quiere decir triunfo. Puesto que el cubano hace a su patria la ofrenda de su vida, hágala bien y dele la vida de modo que le sirva, por el orden de sus servicios, en vez de ser inútil o dañar por su desorden y torpeza en el instante de defenderla”.
La compleja situación que vive la población de este archipiélago como consecuencia de la política estadounidense, donde el cinismo llega a su colofón al confabular a Cuba con el terrorismo, exige de entrega y decoro, tal y como ha sido siempre en todos los momentos difíciles porque “En Cuba son más los montes que los abismos: más los que aman que los que odian” y es “… tan grande la inteligencia como el valor”.
He aquí al Héroe Nacional de Cuba, quien nos sigue aclarando el camino, al tiempo de animar conductas para sofocar los odios, discernir poderosas razones y transitar hacia soluciones desde la fortaleza siempre probada. No basta conocer los porqués, se imponen decisiones sabias, arremeter con valentía los problemas y no permitir lastimar el sentido de pertenencia a las raíces.
Hoy a 130 años de su caída en combate no lo vemos abatido, sino erguido en su cabalgadura en arenga oportuna para todos: “No hay más patria, cubanos, que aquella que se conquista con el propio esfuerzo”; “Debe hacerse en cada momento, lo que en cada momento es necesario” y “A quien crea que falta a los cubanos coraje y capacidad para vivir por si en la tierra creada por su valor, le decimos: Mienten”.