Mayo respira a flores, porque la más autóctona de todas cumpliera hoy 105 años. Celia Esther de los Desamparados Sánchez Manduley, cubana, revolucionaria y mujer que dejó para las pasadas, presentes y futuras generaciones un legado de resiliencia, inmortalizado en la historia de la nación antillana.
Las montañas del oriente, específicamente en su natal Media luna, municipio de la provincia Granma la vio crecer junto a su padre, hombre de ideas avanzadas y su madre alegre y comprensiva,la magia que hacía resplandecer junto a los suyos a Celia, desde un sigiloso silencio, una mirada nostálgica, una risa fugas como las estrellas.
Así la campesina humilde, y candidez sin igual demostró su higalguía cuando se creció como combatiente y heroína, después del golpe de estado del 10 de marzo 1952 , dando a conocer su nombre de guerra… «Norma».
La que la catapultó como figura fundamental en la red clandestina de campesinos que permitió la supervivencia de la guerrilla, luego del Desembarco del Yate Granma el 2 de diciembre de 1956.
Amiga y colaborada de Fidel desde 1957 hasta su muerte, fue la primera mujer que ocupó la posición de soldado en las filas del ejército rebelde y dio origen a la inclusión femenina en la creación del pelotón conocido como «Las Marianas».
Su delicadeza y humanismo se veía con los niños, en el campo ,en las artes con ese gran sentido de la estética, en las manualidades, en el diseño de uniformes escolares, y guayaberas para mujeres.
Un completo de cubanía es y será Celia, Norma o la flor de la Revolución.