Santiago de Cuba jamás había vivido una experiencia como la que dejó el huracán Sandy. Aquel 25 de octubre de 2012, en apenas cuatro horas, el ciclón destruyó lo que millones de santiagueros habían tardado décadas, incluso siglos, en construir desde la fundación de la villa, más de 400 años atrás.
Aunque cada año se realizaban ejercicios Meteoro para simular posibles escenarios ante el paso de un evento meteorológico por la provincia y así minimizar sus consecuencias, el huracán Sandy nos tomó, en cierta medida, desprevenidos por su magnitud y poder destructivo. Ni siquiera bastó la advertencia de “último minuto”, por la radio y la televisión local, del presidente del Consejo de Defensa Provincial, Lázaro Expósito Canto, quien pasadas las 10 de la noche del día 24 expresó: “a Santiago le va a dar un planazo bien duro (…) yo le pido a mi pueblo, a mis compatriotas, que cuiden su vida”. Lo que vino después, ya lo conocemos.
Este primero de junio de 2025 marca el inicio oficial de la temporada ciclónica, y con ella, la incertidumbre ante posibles eventos extremos. De acuerdo con el pronóstico anual, se prevé la formación de 15 ciclones tropicales, ocho de los cuales podrían alcanzar categoría de huracán. Diez de estos sistemas se desarrollarían en el Atlántico, tres en el mar Caribe y dos en el golfo de México. Las autoridades advierten, además, que existe un 70 por ciento de probabilidad de que al menos una tormenta tropical afecte a Cuba.

Por supuesto, aún se desconoce por dónde y cuándo podría impactar esa posible tormenta. La pregunta clave es: ¿qué se está haciendo para prevenir y minimizar sus consecuencias?: lo primero es volver a los manuales ya establecidos por la Defensa Civil y aplicarlos de forma sistemática, de modo que los problemas no se acumulen y, llegado el momento, las medidas puedan ejecutarse con eficacia.
Entre las acciones más comunes figuran la poda de árboles, la limpieza de tragantes y fosas, el aseguramiento, en la medida de lo posible, de ventanas, puertas y techos, así como la eliminación de objetos que puedan convertirse en un peligro, pero, por encima de todo, es vital contar con alimentos básicos y conocer cómo cocinarlos en condiciones de emergencia, además de asegurar el acceso a agua potable, un recurso esencial para momentos como éste.
Cualquier cubano sabe que garantizar lo mínimo indispensable para sobrevivir al paso de un evento meteorológico de gran magnitud es una tarea sumamente difícil y más en estos tiempos; sin embargo, el esfuerzo siempre será necesario, porque experiencias tenemos de sobra y de años, y no se puede olvidar que lo primordial es conservar la vida humana.
En Santiago de Cuba, aún después de 13 años, permanecen huellas visibles del huracán Sandy. Para las autoridades provinciales y la población debe ser una prioridad enfrentar las limitaciones de recursos, dar respuesta a las deudas acumuladas y, sobre todo, prepararse para lo que pueda traer esta temporada ciclónica, que se extenderá hasta el 30 de noviembre.
El llamado es claro: cumplir con responsabilidad el principio de que “es mejor prevenir que lamentar”, porque en la prevención siempre estará la recompensa.