El 21 de mayo de 1966, a las 7 y 10 de la noche, un proyectil disparado desde la Base Naval de Guantánamo, entró por la aspillera de la Casamata 65 y penetró en el pecho del soldado fronterizo Luis Ramírez López, causándole muerte inmediata.
El joven Ramírez López, de solo 22 años de edad, compartía desde las seis de la tarde la guardia con otros dos compañeros, a quienes relataba, como la irresponsabilidad de un combatiente le había costado la vida meses atrás.
Precisamente, por esa preocupación que mostraba Ramírez por sus compañeros hacía que estos a pesar de su juventud le llamaran «papá», aunque días atrás le había dicho a la familia en una carta: «todos mis compañeros son hermanos».
Luis Ramírez López había nacido en Horno Mojara, en plena Sierra Maestra, actual municipio de Guisa en la provincia oriental de Granma. Fue obrero de la construcción y trabajador de la granja Orestes Acosta de Bayamo e ingresó en el Batallón Fronterizo en 1965, procedente de un batallón de milicia serrana.
El asesinato del soldado Luis Ramírez López no fue un caso aislado. Ya antes, en 1964, otro joven guarda frontera, Ramón López Peña, también fue víctima de un disparo procedente del interior de la Base Naval de Guantánamo, donde habían sido asesinados el obrero Rubén López Sabariego, en 1961 y el pescador Rodolfo Rosell, en 1962.

Desde enero de 1966 hasta mayo, cuando muere Ramírez López, los marines yanquis habían hecho 248 disparos contra territorio cubano, así como 79 provocaciones y cometido numerosas violaciones del espacio aéreo y marítimo.
Cuentan que el joven soldado era asiduo lector y que el último libro que vieron sus manos fue «Héroes de la Fortaleza de Brest» y que en el bolsillo de la camisa, conjuntamente con el carné militar, se encontró una hoja suelta de esta obra que daba inicio al capítulo «lucharemos hasta el fin».
El 23 de mayo de 1966 el cadáver de Luis Ramírez López fue sepultado en el cementerio de Santa Ifigenia, de Santiago de Cuba y 40 mil compatriotas de la indómita ciudad le acompañaron hasta su última morada.
Al despedir el duelo, el general de Ejército Raúl Castro se refirió a la página del libro encontrada en el bolsillo del heroico soldado fronterizo y expresó: «Sí, compañero Luis Ramírez López, ¡lucharemos hasta el final, pero hasta el final de los enemigos de nuestro pueblo!».
59 años de su muerte, los cubanos todos podemos decirle a Luis Ramírez López, que lo dicho por Raúl entonces, mantiene hoy toda su vigencia y que lucharemos hasta la derrota total de los enemigos de la Revolución sea el que sea.