El 6 de mayo de 1859, el mundo se despidió de uno de los pensadores más influyentes de su tiempo: Alejandro de Humboldt. Este sabio alemán, conocido como el «segundo descubridor de Cuba», no solo dejó un legado científico inigualable, sino que también fue un ferviente defensor de los derechos humanos y un crítico acérrimo de la esclavitud y la opresión. Su vida y obra siguen siendo un faro de inspiración en la lucha por la justicia social y el conocimiento.
Nacido en Berlín en 1769, Humboldt fue un polímata que se destacó en diversas disciplinas, desde la geografía hasta la biología y la meteorología. Su famoso viaje a América Latina entre 1799 y 1804 lo llevó a explorar regiones inexploradas, documentando su biodiversidad y geografía con una meticulosidad sin precedentes. Su trabajo en Cuba, donde estudió su flora, fauna y geología, le valió el título de «segundo descubridor» de la isla, después de Cristóbal Colón.
Humboldt no solo se limitó a observar; su enfoque científico integrador sentó las bases para disciplinas modernas como la ecología y la geografía física. Su obra más conocida, «Kosmos», es un compendio de sus ideas sobre el universo, donde abogó por una visión holística del mundo natural y humano.
Más allá de sus contribuciones científicas, Humboldt fue un apasionado defensor de los derechos humanos. En una época marcada por la esclavitud y la opresión colonial, se convirtió en un firme opositor de estas prácticas inhumanas. Sus escritos y discursos denunciaron las injusticias sociales y abogaron por la igualdad y la dignidad de todos los seres humanos.