Santiago de Cuba, Cuba – El Cementerio de Santa Ifigenia, en Santiago de Cuba, es mucho más que un lugar de descanso eterno. Es un museo al aire libre, un testigo silencioso de la historia de la nación cubana, donde reposan los restos de figuras emblemáticas que forjaron la identidad y el espíritu de la isla.
Fundado en febrero de 1868, Santa Ifigenia ha acogido durante siglo y medio a generaciones de santiagueros, desde ciudadanos comunes hasta personalidades que marcaron hitos en la historia del país. Al recorrer sus tranquilas calles, se descubre un invaluable patrimonio arquitectónico y cultural, expresado en la exquisita ornamentación de las tumbas y mausoleos.
Entre los monumentos funerarios más destacados se encuentra el Mausoleo a José Martí, Héroe Nacional de Cuba. Su diseño hexagonal, con seis ventanales que permiten la entrada de la luz solar durante todo el día, simboliza la trascendencia de su ideario en el continente americano. Las cenizas del Apóstol descansan sobre tierra traída de cada país de América Latina, un gesto que subraya su visión unionista.


Una roca extraída de un sitio próximo a la Gran Piedra, lugar del oriente del país que pertenece a la Sierra Maestra, tan raigalmente vinculada a la vida revolucionaria de Fidel, contiene la urna de cedro que guarda sus cenizas.
Con una compartimentación muy alta laboró durante diez años un reducido grupo de trabajo en el proyecto. El entonces ministro de las FAR, General de Ejército Raúl Castro Ruz, le encomendó la tarea en 2006 al arquitecto Eduardo H. Lozada León, quien junto a su esposa, la también arquitecta Marcia Pérez Mirabal, concibió la concepción del recinto.
El Comandante de la Revolución Juan Almeida Bosque asesoró la labor y buscó soluciones como la del cercado perimetral, para lo cual propuso tener en cuenta la parte superior del monumento dedicado al Apóstol en Dos Ríos. Después de fallecer Almeida, el viceministro de las FAR, general de cuerpo de ejército Ramón Espinosa Martín, asumió la responsabilidad. Él guardaba en su memoria la existencia de la piedra y señaló el lugar donde se encontraba.
Durante tres años se trabajó en el perfeccionamiento de la roca granitoide, que posee un peso de entre 48 y 49 toneladas aproximadamente, y una altura cercana a los cuatro metros. Pulirla, perforar el espacio para la urna, revestir el interior y preparar la tarja de mármol verde y letras en bronce con el nombre de Fidel fue una delicada tarea.
De forma paralela, mientras integrantes de la Empresa de Construcciones Militares de Santiago de Cuba laboraban en el elemento principal, el Coronel (r) Mariano Lamber Matos, en función de inversionista, adelantó detalles como la creación de las columnas del cercado y el piso, construidos con mármol color crema de yacimientos existentes en Bayamo. Se hicieron 19 con este material, en representación de las columnas y el pelotón Las Marianas, del Ejército Rebelde. Las cadenas que atan estos elementos denotan la unión de las acciones de las citadas fuerzas.
Las columnas están compuestas por tres elementos: la base, en alusión al grito de Libertad o Muerte de Carlos Manuel de Céspedes; el intermedio, que representa la labor de Martí para materializar la Guerra Necesaria; y toda la parte superior, que recuerda a la Revolución liderada por Fidel que continúa en ascenso. El símbolo que las corona glorifica la lucha victoriosa en las montañas. Lo rodean el laurel y el olivo de bronce con un apoyo y tres montañas.

Santa Ifigenia es también el lugar de reposo de otros próceres de la independencia cubana, como el Carlos Manuel de Céspedes el padre de la patria, el Mayor General José Maceo, la Madre de la Patria, Mariana Grajales, y los hermanos Frank y Josué País, mártires de la lucha revolucionaria. Cada tumba, cada mausoleo, narra una historia de patriotismo, sacrificio y entrega a la causa de la libertad.
La solemnidad del lugar se acentúa con el cambio de guardia, una ceremonia que se realiza cada media hora, protagonizada por jóvenes soldados del servicio militar, especialmente seleccionados y entrenados para rendir honores a los héroes y heroínas que allí descansan. La precisión y el respeto con que ejecutan cada movimiento convierten este acto en un momento conmovedor para los visitantes.
Declarado Monumento Nacional en 1979, el Cementerio de Santa Ifigenia se ha convertido en un sitio de peregrinación para cubanos y visitantes extranjeros, quienes acuden a rendir tributo a las figuras insignes de la historia de Cuba. Más que un cementerio, Santa Ifigenia es un santuario de la memoria histórica, un espacio donde se perpetúa el legado de quienes lucharon por una Cuba libre y soberana.