sábado 12 julio 2025

Ana Betancourt: Fémina y emancipadora revolucionaria

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Ana fallece el 7 d febrero de 1901 en Madrid, España a causa de una bronconeumonía y su sepelio se realizó en la necrópolis de Cristóbal Colón en La Habana.

Por Roelkis Ramos Romero

Para contar la historia de nuestra naciĂłn es preciso mencionar los nombres de muchas mujeres. Pero, para hablar de la emancipaciĂłn femenina, tanto en Cuba como en  LatinoamĂ©rica toda, es necesario evocar a Ana Betancourt.

Ana María de la Soledad Betancourt nació el 14 de febrero de 1832 en Puerto Príncipe, Camagüey. Su familia pertenecía a una clase acaudalada criolla[1], lo cual le posibilitó instruirse en materias como música, religión, bordado, costura y economía doméstica. La dominación de una metrópoli como España, considerada entre las más severas de la época en cuanto a la aplicación de códigos de conducta, acentuaba la cultura patriarcal.

A mujeres como Ana se les preparaba, desde la más temprana infancia, para que fueran buenas esposas. TenĂ­an prohibido caminar por la calle, pues era considerado un indicador de su situaciĂłn moral y sexual, como tambiĂ©n lo eran bailar o fumar.  En el imaginario normativo burguĂ©s, estas actividades se reservaban para los hombres.

Por otra parte, a la mujer afrocubana se le concedía mayor libertad dentro del espacio urbano debido a su rol activo en la esfera económica. Esclavas y libertas participaban en el mercado. Ellas desempeñaban varios oficios como vendedoras, artesanas y propietarias de negocios. También se las podía encontrar sirviendo de parteras o dando clases en la educación primaria.

A pesar de que las restricciones a las que estaban sometidas eran diferentes, lo cierto es que todas se encontraban en una posición de inferioridad respecto a los hombres. Mientras el honor de ellos se negociaba en la esfera pública (el campo de batalla o el trabajo), el de las mujeres se depositaba, totalmente, en su cuerpo. La mujer blanca de clase media o alta debía llegar “virgen” al matrimonio para luego asumir su rol de esposa “decente”. En el caso de las mujeres negras, las mujeres prostituidas y las pobres, se pensaba que, dada su condición, habían nacido sin honra.

Aún con las ataduras sociales —o quizás debido a la existencia de las mismas— un gran número de ellas se negó a permanecer al margen y se sumó a la lucha por la independencia, que comenzara el 10 de octubre de 1868.

En el momento en el que estalla la guerra, Ana Betancourt llevaba 14 años de casada con Ignacio Mora de la Pera. Contrario a las formalidades de su tiempo, su esposo la alentĂł a ampliar sus conocimientos y a formar parte activa de las tertulias organizadas en su vivienda. AsĂ­, ella aprenderĂ­a de forma autodidacta los idiomas inglĂ©s y francĂ©s,  además de gramática e historia. Esas mismas reuniones fueron utilizadas por quienes las integraban para dar forma a la idea de la independencia de Cuba.

Ana fallece el 7 d febrero de 1901 en Madrid, España a causa de una bronconeumonía y su sepelio se realizó en la necrópolis de Cristóbal Colón en La Habana.

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