domingo 17 agosto 2025

Resistencia y solidaridad en el enfrentamiento a la furia de la naturaleza

En estos días, mientras los cubanos enfrentamos las secuelas dejadas por huracanes y terremotos, deseo compartir con ustedes la historia de una familia que aún recuerda con claridad la devastación causada por el huracán Sandy, que azotó con violencia la provincia de Santiago de Cuba hace doce años.

En aquella fatídica jornada, cuando los vientos comenzaron a rugir con fiereza, Eglis María Fonseca Garzón (conocida cariñosamente como Tatica) recuerda: «Me refugié en casa de una vecina amiga; la furia del ciclón era tal que los últimos momentos los pasé con mi pequeña dentro de un armario, pensando únicamente en salvarla».

Su hogar, construido con bloques y techo de tejas de fibrocemento, no pudo resistir el embate de Sandy y según relata su esposo Florencio, «primero arrancó el techo y luego una pared». En ese instante, él y el hijo de 13 años se refugiaron bajo la cama, llamaron a la vecina de enfrente quien les abrió las puertas de su casa como pudo, y juntos corrieron hacia allí. «Pocos segundos después, la otra pared se desplomaba; lo que vivimos parecía una película de terror», rememora.

Los protagonistas de esta breve pero intensa historia, marcada por el huracán Sandy, son Florencio Mayor Rivas, Eglis María Fonseca Garzón, y sus hijos Yoangel Río Fonseca y Yasmín Mayor Fonseca. Por entonces residían en un barrio en la periferia de la Ciudad de San Luis, cabecera del municipio homónimo situado a unos 28 kilómetros al norte de Santiago de Cuba.

Con mucho esfuerzo y la solidaridad de familiares y vecinos, tras el paso del ciclón levantaron rápidamente «un cuarto con materiales de desecho y posteriormente, las autoridades gubernamentales evaluaron los daños y en poco tiempo lograron tener una vivienda en mejores condiciones que la anterior.

Hoy en día, con cierta melancolía, Tatica y Florencio observan a su hija Yasmín, recordando cómo, en aquel momento de terror, parecía que todo estaba perdido, pero no fue así: reconocen la importancia de la lucha, de la fe inquebrantable y de la esperanza constante en la vida.

Doce años han transcurrido desde que el huracán Sandy demolió a esta provincia del sur oriente cubano y mientras miles de personas enfrentan ahora lo que ellos vivieron, esta familia en San Luis, Santiago de Cuba, sigue adelante. Aunque han experimentado un notorio progreso y ya no residen en la periferia, nunca olvidan sus orígenes ni el valor de la solidaridad en tiempos de adversidad.

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