Si de Indisciplinas sociales en los barrios se trata

Y es que el barrio, la cuadra, la familia, el propio hogar deciden, sin menospreciar a otros factores inmediatos en la formación de valores, pero estoy convencido del papel determinante de esa célula principal de la sociedad en cualquier parte del mundo; pero en nuestro caso, en Cuba, en Santiago, la capital moral de todos los cubanos y en un país que insiste en priorizar mucho más la educación, la salud, el deporte y el conocimiento, sin dudas, existen sobradas razones y avaladas científicamente sobre cuánto impacta el ser si se le atienden sus preocupaciones elementales que refundan su existencia en tiempo y espacio, en forma y contenido.

Hasta los propios enemigos de la Revolución Cubana están convencidos de esto, por eso, promueven las indisciplinas sociales, las cuales llevarán al caos, a partir de la falta de respeto, la violencia, el robo, la malversación, el desacato, la insubordinación, la no educación formal, en fin, cuantos flagelos se desaten en aras del colapso de todas las reglas, leyes, decretos, resoluciones, disposición o reglamentos del barrio y la comunidad.

Divides y vencerás” porque –maquiavélicamente- se buscan retrocesos y luego culpar el statu quo de la localidad que de inmediato se manipula como lo nacional. Y el juego no para en detrimento de la realidad cubana.

Implica que si el gobierno en la base decide, mucho más la familia, el hogar, y éste es un asunto de “vida o muerte”, aunque se crea que es una exageración. Cuántos confundidos, desactualizados o desorientados son presas de cualquier comentario mal intencionado en la esquina o en el mercado y mire cómo repercute tolerar hechos de corrupción en el mercado o en la farmacia del barrio; el propio desinterés o cansancio del núcleo de zona, la pasividad del policía de la comunidad, alterar la voz, la reproducción de vulgaridades, el choteo, el conformismo y la falta de respuesta del delegado y del presidente del consejo popular.

Si en la casa se grita también se hace lo mismo en la calle; si el hijo le falta el respeto a su padre, imposible que tenga alguna consideración con alguien fuera del hogar; en las reuniones de rendición de cuenta sobran las quejas por el mal servicio o la falta de recursos, pero poco se dice y actúa sobre las indisciplinas sociales.

Y no se conversa, se discute y ofende. Hasta manifestaciones racistas a toda luz, como ocurrió en una camioneta azul que siempre cobra sobreprecio en el tramo Versalles-Parque Abel Santamaría, y el llamado cobrador (machacante) decidió no arrancar hasta que una estudiante, mulata ella, no se cambiara de asiento, porque él lo quería así. Lo peor, nadie protestó, sólo ella, quien bajó, y dio curso a su impotencia, porque en realidad no se divulga qué hacer ante estos hechos tan desagradables, ni tampoco existen respuestas ante las reiteradas quejas sobre violaciones de precios, competencias en la carretera y maltratos sociales por parte de los dueños de algunos medios de transporte urbano.  

Y reitero, sobran las evidencias, los ejemplos, y ”así se posiciona la violencia de género, la indefinición del idioma español, la depauperación de la moral y lo ético, la barbarie contra la civilización, y no creo que falten leyes, resoluciones o decretos, ni reglamentos disciplinarios. Los Medios tienen que ser creíbles en los mensajes educativos; los proyectos comunitarios no pueden ser indiferentes a las indisciplinas sociales; tampoco los factores de la comunidad y las nuevas estructuras de base en estos tiempos cuando se necesita calibrar más la cultura, el pensamiento y sus luces hacia todos los confines.”   

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Joel @ No todo está perdido
abril 11, 2024 at 1:44 am
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