Santiago de Cuba.— Con 17 años de experiencia en la enseñanza de la pintura y otras técnicas visuales, Julio Hodelín, instructor de arte en la escuela especial Amistad Cuba-Vietnam, en Santiago de Cuba, califica su desempeño como vía para transmitir amor.
Según refirió a la Agencia Cubana de Noticias, llegó a esta modalidad educativa en el año 2010, al trasladarse hacia el centro Eduardo Mesa, para infantes sordos e hipoacúsicos, en aras de explorar la creatividad en edades tempranas.
Refirió la oportunidad de continuar estudios hasta alcanzar el título universitario mientras laboraba en la institución, y destacó la posibilidad de compartir con los pequeños las herramientas aprendidas y ver su crecimiento en el mundo del arte.
La pasión por la pedagogía, los pinceles y la educación especial llevaron al joven docente a la institución Amistad Cuba-Vietnam en el año 2020, donde se desempeña en la actualidad, con la premisa de aportar a una noble profesión de amor.
De acuerdo con Hodelín, instruir a niños con afectaciones en miembros superiores o inferiores y, en ocasiones, discapacidad intelectual, constituye un gran reto y compromiso personal, pues en el resultado de sus enseñanzas y esfuerzo radica la desestimación de tabúes aún arraigados en la sociedad.
Subrayó que la coordinación de un taller de Artes Plásticas y organización y dirección del coro favorecen también la rehabilitación de educandos con trastornos en el habla y otros diagnósticos, modesto aporte al cuidado de la salud de los infantes.
El empeño diario de los estudiantes, a fin de introducirse en el mundo del arte y explorar nuevos talentos constituye el más importante reconocimiento recibido en los años de labor, significó.
Para el joven maestro resulta gratificante integrar el claustro de una escuela con tan humano objeto social, pues las experiencias y sueños de los propios pequeños enriquecen su quehacer profesional.