Es diciembre de 2023, el adiós a un año muy tenso para los bolsillos de los cubanos de adentro, sin embargo, aquí todavía se ríe mucho, la mulata de cinco picos se viste muy atractiva, coquetea y detrás va la rumba y el pregonero loma arriba y abajo, la dinámica popular aumenta con las ferias agroalimentarias, mientras el dólar sube, y con él, también los costos del transporte y todo lo que se revende en el mercado paralelo.
Muchos foráneos se preguntarán ¿Cómo ríen? ¿Cómo bailan? ¿Hasta cuándo serán capaces en la resistencia?
Las respuestas están bien adentro, en las raíces de la fundación de Cuba, en la tradición cristiana, yoruba, en la inmigración española, china, africana, isleña, continental americana, en más de doscientos años de luchas, en la historia de las resistencias tan fuertes como la llamada Reconcentración de Weyler que obligó el desplazamiento de decenas de miles de santiagueros hacia las periferias sin comidas, agua potable, ni medicamentos, a la valentía en cualquier escenario de lucha y la tradición indetenible.
Santiagueros (as) que acuñan el idioma español con su propia norma al decir y cantar, que ríen de sus propias desgracias, que baten el contradiscurso y acentúan otra narrativa de la Cubanía, de la resistencia, del goce entre amigos, de la puerta abierta y siempre prestos a ayudar; no importa si aquel es militante y le rinde a Changó; si el vecino le canta al Che y a la Virgen de la Caridad de El Cobre; o si la recién llegada montó una descarga de santería y a la doce de la noche le dio la bienvenida al nuevo 2024 con el Himno Nacional; ése es el cubano.
El criollo, aquí en Santiago de Cuba que critica, pero se lanza al trabajo; respeta y es valiente; toma prú oriental y también aguardiente o “chispa de tren”; pero cuidado con un sonido musical cercano, no importa si es o no Nochebuena, allá se desata la descarga, se improvisa entre reggaetón y rumba, entre son y guaracha, no en vano esta fue decretada Ciudad Creativa Musical, capital del bolero, de la conga, la guaracha, de donde salieron miles en busca de otros horizontes, pero siempre la mayoría regresa al reencuentro con su gente, con la Virgen de la Caridad de El Cobre, “Cachita” en la mira de cada uno de estos días de cierre y comienzo de año, no sólo para medir el pulso de los cubanos, sino al amparo siempre del que merece reír, cantar y bailar, qué importa el desorden de la mulata de cinco picos.