Llegamos al último día del año, el 31 de diciembre, y entiendo que para muchos es un momento de desear que el año 2023 llegue a su fin, no solo por una cuestión lógica de sucesión del tiempo, sino debido a las dificultades experimentadas que hacen pensar que “ningún futuro podría ser peor”.
Por otro lado, hay quienes muestran indiferencia, afirmando que «todo seguirá igual», sin embargo, la mayoría se mantiene optimista y lucha incansablemente para mitigar las consecuencias de la crisis; tienen la firme convicción de que «el que no lucha no triunfa» y confían en que existe una salida, aunque requiere el esfuerzo conjunto de todos para despejar el camino hacia ella.
Después de atravesar la pandemia, muchos pensaron que avanzaríamos rápidamente hacia el bienestar, pero la realidad nos ha llevado por diferentes caminos.
En medio de la crisis global y los numerosos obstáculos impuestos por el bloqueo del Gobierno de los Estados Unidos contra Cuba, nuestras vidas se han complicado de tal manera que el poder adquisitivo del dinero se ha desvanecido, la escasez de alimentos se está reflejando en el plato de los consumidores, los medicamentos esenciales son prácticamente inaccesibles y muchos jóvenes cubanos optan por abandonar el país en busca de mejores oportunidades.
No es menos cierto que, además de las razones mencionadas anteriormente, ha habido un aumento de comportamientos indeseables entre una parte de nuestros compatriotas, como la corrupción, el egoísmo y manifestaciones de indisciplina social.
Sin embargo, los optimistas, los soñadores y los que construyen, que integran la mayoría, se aferran a la idea de “actuar juntos por un objetivo común: salvar la Patria, la Revolución, el socialismo, y vencer”, que significa conquistar ese mundo mejor al que aspiramos.
