Una cubana merecedora de laurel

La estatura alcanzada por la mujer cubana se descubre en cualquier desempeño, no solo por la responsabilidad en la entrega permanente a la obra, sino porque, además, le imprime fuerza, ternura y amor, propio de su naturaleza,  con el beneficio de ser ejemplo y siempre transitar por el camino del triunfo.

En el acontecer de nuestro archipiélago, ninguna convocatoria es ajena al emprendimiento de las mujeres y  es tan común, que se advierte como algo natural su fortaleza para vencer los problemas y su dedicación ante toda misión que se le asigne. Por eso en la vida de cada cubana siempre se atesoran pasajes que merecen un laurel.

Rosa Nidia Fabars Bonne es de ésas que posee una obra anónima, develada recientemente, cuando se le otorgara la Medalla Elpidio  Sosa por su encomiable labor, durante más de 25 años en el sector del Turismo, y que hace valer como promotora en un punto de ventas de la  Agencia de Viajes Havanatur, emplazado en la propia gerencia, en calle B entre M y 4ta del Reparto Terrazas, en Santiago de Cuba.

Sucede que, además, de su exquisito trato con los clientes nacionales y extranjeros, reconocido por los resultados de su gestión, Nidia es portadora de una historia destacada, desde que se graduara como traductora e intérprete de inglés; dichos conocimientos le permitieron cumplir con éxito misiones internacionalistas en Etiopía y Guyana.

En Etiopia permaneció tres años, en funciones propias de traducción con el contingente de Educación y, en específico, con el Ministro de esa esfera, en dicho país. Luego estuvo en la Embajada de Cuba en Guyana, desde 1984 a 1986 y, posteriormente, en misiones cortas en otros países.

A Nidia le caracteriza su amplio poder comunicativo, su capacidad de discernimiento y su jovialidad, que adorna siempre con una sonrisa franca, pero aún así ante el diálogo fortuito, la modestia no le permitió narrar vivencias ostensibles de cuánto patentizó la solidaridad y el humanismo, como digna representante de la nación cubana.

Ahora permanece allí en Havanatur, con un aval de 29 años, facilitando la venta de vuelos internacionales, alojamientos, transportaciones en ómnibus o taxis y otros menesteres semejantes, con “la satisfacción de haber servido a la sociedad en todo cuanto ha requerido de mi capacidad y entrega, y eso siempre me acompañará por el bien de mi país”. He aquí una cubana merecedora de un laurel.

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Joel @ No todo está perdido
abril 11, 2024 at 1:44 am
Son los jóvenes quienes, en mayoría, llevan el mayor peso del quehacer cotidiano del país. Así ha sido siempre. No…
El secretismo no es política de estado, sin embargo, hay directivos en entidades que lo practican...
Hay que adelantarse a los acontecimientos. La ingenuidad en la comunicación, cuesta.
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