Un peligro mortal sobre la Patria redimida: acechaba (lo hace todavía) el monstruo que nos desprecia. Para detenerlo vio la luz, el 9 de noviembre de 1961, el Batallón Fronterizo, convertido, tres años después, en igual fecha, en la actual Brigada de la Frontera.
De firmeza, coraje y ecuanimidad parece hecha esta fuerza, de rostro joven, cuyos integrantes, soldados y oficiales, cuidan el sueño de la Isla en el perímetro fronterizo del pedazo del territorio nacional que, por la fuerza y sin moral, el enemigo usurpa contra la voluntad de Cuba.
Menos tranquilo fuera el sueño en la tierra de Fidel y de su pueblo, sin esa Brigada de la Frontera, distinguida por propios y desbordados méritos con la Orden Antonio Maceo. A fuerza de provocaciones ha sido puesta a prueba en 13 500 ocasiones la estirpe mambisa de sus integrantes, enfrentados a esa misma cantidad de hechos hostiles que, instrumentados por los ilegales ocupantes, han privado de la vida a ocho cubanos, entre ellos dos jóvenes soldados; 13 500 acciones provocativas yanquis, solo entre 1962 y 1994.
Ni una sola de ellas pudo con el valor de los jóvenes que nos cuidan de este lado, y cuya ecuanimidad hace estéril cada tropelía del enemigo.
Cuán justos al referirse a la Brigada de la Frontera, han sido el líder de la Revolución, Raúl Castro Ruz, y Manuel Marrero Cruz. Como «ejemplar entre ejemplares», los calificó el General de Ejército; «todo nuestro reconocimiento a los hombres y mujeres que integran la Brigada de la Frontera –escribió en su cuenta en x, el premier de la Isla–, celosamente custodian el territorio que rodea la ilegal Base Naval de Guantánamo, fieles defensores de la Patria».
Autor: José Llamos Camejo