La conjugación de intereses, la voluntad y la determinación de avanzar, en razón de la prosperidad de muchas poblaciones urgidas y más allá de ese contexto, serán las intenciones protagónicas de la Cumbre del Grupo 77 y China, que se iniciará hoy en la Habana, presidida por Cuba en su condición de Presidencia Pro tempore.
En un espacio significativo por la participación de más de cien países, representativos del 80 por ciento de la población mundial, se producirán los amplios debates, que centrarán su atención en el enfrentamiento a los retos por el desarrollo, con énfasis en la Ciencia, la Tecnología y la Innovación, como premisas esenciales para el progreso de los pueblos.
Sin dudas será una oportunidad histórica para estrechar alianzas, trazar estrategias ante las imperiosas necesidades y enrumbar un camino que potencie el principio de que el hombre sea amigo del hombre, donde no quede espacio para el absurdo odio por diferencias ideológicas, raciales o de cualquier índole, propia de quienes no se entregan al bien de la humanidad.
El primer principio que marcará el devenir del magno evento será la unidad, a partir del conocimiento y el intercambio de soluciones a disímiles problemas, que frenan el desarrollo, al tiempo de hacer justicia ante adelantos que no se intercambian por desconocimiento, prejuicios sociales o políticos.
Cuba tiene un prestigio ganado, porque con independencia del bloqueo imperial, despunta con notorios resultados en el campo científico, de ahí nada casual que un evento de tal magnitud tenga lugar aquí, lo que quedará probado nuevamente con su extensa y valiosa cartera de propuestas y soluciones de alcance mundial, a favor de los individuos, no solo en el campo de la salud, sino en otras muchas esferas de la sociedad.
Para acabar con el hambre de los pueblos, hay que acabar con los problemas que generan ese estado de empobrecimiento, y la forma de eliminar esos problemas es aunar inteligencias con especial sentido humano, con la disponibilidad de descubrimientos y aportes importantes, sobre todo en la esfera de la Ciencia.
Por eso, entre otros empeños, la Cumbre deviene luz y esperanza en el esfuerzo unido de encontrar las mejores soluciones, intercambiar saberes y productos, y dignificar el papel del ser humano. Si bien la Cumbre no es la única vía de desarrollo, podría contribuir a una vigorosa evolución en la mayoría de la población mundial, y marcar una nueva etapa de resurgimiento y transformación de la civilización a instancia de este siglo.
Cuando en 1961 el líder histórico de la revolución cubana, Fidel Castro Ruz, afirmó que el futuro de Cuba debía ser de hombres y mujeres de Ciencia, no se equivocó, pues gracias al desarrollo alcanzado se ha podido enfrentar, en gran medida, al bloqueo económico, financiero y comercial, y esa experiencia de desarrollo puede ser provechosa, en medio de un escenario, representativo de dos tercios de las Naciones Unidas, integrado en un grupo cardinal de concertación internacional en el plano económico y social.
El Grupo de los 77 y China, con una presencia importante de países, dejará su impronta enfocada en un futuro mejor. En dos días de intercambios inteligentes, nobles, coherentes y sensatos se podrán fortalecer sueños plausibles de ser concretados, al amparo de la unidad y conquistas reales, imprescindibles para la sostenibilidad de la vida.
