Tin Cremata a La Jornada: Cuando arte e infancia se juntan, lo único que puede surgir es una bomba de amor

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“Los niños deberían reunirse una vez a la semana para ver a quién le pueden hacer un bien”. Esta frase del poeta José Martí es recordada a La Jornada por Carlos Alberto Tin Cremata, director teatral y pedagogo cubano, fundador de La Colmenita, compañía de teatro única en el mundo en la que, antes de ser artista “se aprende a ser buena persona”.

Un visitante al Complejo Cultural Los Pinos calificó como de ensueño la tarde del miércoles: cielo azul, el verdor habitual del recinto, donde se vio a mucha gente joven compitiendo en un torneo importante de ajedrez y lo mejor: presenciar una obra de teatro musical como la ofrecida por La Colmenita, compañía infantil que tiene sus orígenes en el grupo teatral La Colmena, creado por Cremata, quien comentó a este medio: “cuando arte e infancia se juntan, lo único que puede surgir es una bomba de amor”.

Y esa explosión de buena lid causó destellos en la nueva “plaza jacarandas” –como la nombró, previo a la presentación, la secretaria de Cultura del Gobierno de México, Alejandra Frausto–, donde se presentó La cucarachita Martina, cuento musical que hizo que los presentes tuvieran su dosis de amor por medio de la música ofrendado por un grupo de niñas y niños, dueños de un aura hermosa que ven en el escenario el camino para crecer como buenas personas.

Embajadora de buena voluntad del Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef), La Colmenita es un proyecto pedagógico que utiliza herramientas teatrales para transmitir valores éticos y estéticos.

“La Colmenita nos enseña muchos valores, entre ellos el aprender a vivir con la sociedad en general. Nos inculca el arte de manera que lo podamos transmitir para ser mejores adultos. En mi caso, me ha dado el deseo máximo de ser actriz, pero lo mejor: me ha enseñado valores y cosas lindas que me llevo para toda mi vida… En La Colmenita se aprende a ser buen ser humano”. La anterior es la voz de un ratón de nombre Charro Díaz, uno de los personajes protagonistas de la obra, la cual habla de una cucaracha que se va a casar y tiene que elegir entre varios pretendientes, entre los que se encuentran dos ratones, un chivo, un gallo, un oso y una calandria.

El ratón Charro Díaz, que canta unos “tres o cuatro números” en el montaje, es en realidad Sofía Viñas Rodríguez, parte de La Colmenita “desde que tengo tres añitos. Ahora tengo 13. Me quiero dedicar a la actuación, pero no todos los niños que entran a la compañía quieren hacerlo para estudiarla. De hecho, la mayoría no elige esa carrera años más tarde. Porque La Colmenita nos enseña esencialmente a ser buenas personas”, dice Sofía, quien ya ha presentado obras con el grupo en Panamá y Ecuador. Es hermana de quien encarna a la cucaracha enamorada Martina, que es Camila Viñas, quien llegó a la compañía por medio de un taller de teatro, en el que “un día, la hija de Tin nos vio actuar y nos invitó”.

Ella comparte que lo que más le gusta de la obra es que nos enseña a ser buena gente, porque “al final con quien se queda no es el personaje más bonito, y eso te dice que lo que importa es el interior no lo de afuera”.

Colectivo teatral encaminado en lo social

Para otro ratón, éste de nombre Mingollo Pérez, cuyo nombre es Iván Luis y otro de los protagonistas, una de la cosas más importantes de hacer teatro, cantar y bailar es que “cuando lo hacemos no sabemos si la gente se siente bien y con la obras los puedes hacer felices”.

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La Colmenita actúa en México

La Colmenita tiene sus orígenes en 1989, cuando Iraida Malberti y Carlos Alberto Cremata (madre e hijo) dirigen un gigantesco espectáculo acuático (Sinfonía para una perla) en una importante base náutica cubana. Al transcurrir unos meses de aquel show se deciden formar un pequeño grupo de actores para trabajos fílmicos. Y es entonces, que el 14 de febrero de 1990 se reúnen los primeros 14 integrantes que fundaron el grupo.

Durante casi una década La Colmena y La Colmenita trabajan como compañías unidas donde coexisten adultos, niñas y niños en un mismo empeño, hasta que el 2 de abril de 1994 se ofrece la primera función teatral de la puesta Meñique, sólo con niñas y niños ante más de 5 mil personas en el Teatro Karl Marx. De ahí en adelante, La Colmenita es sólo “la punta del iceberg” de todo un colectivo teatral encaminado en lo social.

“Nos sentimos felices por haber llegado tan lejos, es la primera vez que salimos y México es uno de mis países favoritos. Se que hay hermandad entre nuestros pueblos, y conocemos a Andrés Manuel López Obrador”, dijeron el gallo, y un zángano parte del elenco. Es decir, Damián Devasa Martínez y Sebastián Fernández Robledo, niños de 9 años que están en la compañía desde los tres y cuatro, respectivamente.

Maicala Sánchez tiene 10 años. Hace de cotorrita y de abeja. Tiene cinco años en la compañía y ya ha viajado a Estados Unidos, donde también se ha presentado el grupo. El Chivo (de nombre Marco Aurelio) está desde los cuatro y es un practicante del violín. Interviene en la charla, el ratón Mingollo Pérez, que se siente “muy bien estar aquí y conocer nuevos amigos”. Es parte del grupo desde los cuatro años y piensa dedicarse a cantar.

El director de la compañía Alberto Cremata comenta que “el fenómeno de La Colmenita ha crecido como bola de nieve. Todas las provincias de Cuba tienen una Colmenita y también, la idea, ha salido a otros países como Argentina, El Salvador, Venezuela, Nicaragua e, incluso, en México, donde “existieron tres en Querétaro, Chiapas y en San Luis Potosí”.

Para el dramaturgo “no se trata de pericia artística sino que las familias ven en grupos como éstos un buen objetivo. Nos unimos para salir a vivir todos los días con la sed y el hambre imperiosa de hacer buenas acciones. No que el azar nos ponga a un anciano para ayudarlo sino salir a buscarlo. El teatro es un pretexto para contagiar valores humanos y crecer como mejores seres humanos. El arte es una herramienta valiosa para unir”.

La cucarachita Martina es una hermosa narración con canciones adaptadas en las que se escuchan las creaciones de autores como Adalberto Álvarez, Juan Formell, Emilio Frías, Antonello Benditti o Led Zeppelin. Al final se impone la sabrosura y candor cubanos que le ponen estos lindos niños isleños.

En la historia –cuyo guion es de Julia González Carid y la extraordinaria música de Yamel Romero Soto–, una cucarachita coqueta se maquilla con arroz para esperar, primero a una calandria romántica que le interpreta la primera canción, luego a un chivo sonero que ejecuta un son al ritmo de las tumbadoras. También se presentó como galán un oso de Alaska refunfuñón, así como un ratón mexicano (el Charro Díaz). A todos ellos rechaza hasta que llega otro pequeño roedor, este de Cuba: el mentado Mingollo Pérez, no el más agraciado, pero sí el que mejor le canta. Festejan la boda y son celebrados por un cúmulo de sorpresas por toda la comunidad de abejas cantadoras y bailadoras. Es decir, un racimo más de buenas canciones, las cuales hicieron bailar hasta a las jacarandas del lugar… Así se despidió La Colmenita, haciendo a todos gozar.

(Tomado de La Jornada)

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Jornadas de trabajo intenso; en esta cobertura tuve la oportunidad de acercarme a personas revolucionarias y aman y honran la…
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Joel @ No todo está perdido
abril 11, 2024 at 1:44 am
Son los jóvenes quienes, en mayoría, llevan el mayor peso del quehacer cotidiano del país. Así ha sido siempre. No…
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Hay que adelantarse a los acontecimientos. La ingenuidad en la comunicación, cuesta.
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