La Habana, 13 jun.— Historiadores de Cuba rememoran hoy en redes sociales la vida y obra de Fermín Valdés Domínguez a 110 años de la muerte de este médico, periodista, amigo y colaborador del Héroe Nacional, José Martí.
Ambos se conocieron de niños, en la clase del maestro y poeta Rafael María de Mendive, quien supo cultivar sus almas y sembrar en ellos un compromiso social.
Compartían el mismo fervor por la independencia de la Patria y lo demostraron por escrito al publicar textos de contenido político en el periódico El Diablo Cojuelo.
Por esa razón, junto con Martí, fue procesado por infidencia en 1870 y condenado a seis meses de arresto.
Al año siguiente, Valdés Domínguez sería testigo de una nueva injusticia cuando le arrestaron con otros estudiantes de medicina de la Universidad de La Habana, ocho de sus jóvenes colegas sufrieron la pena de muerte por una causa nunca demostrada y tras violar la Constitución vigente en la época.
A él le condenaron a seis años de prisión, pero tras indulto y deportación a España pudo continuar sus estudios de medicina en el país europeo y, al terminar la carrera, regresó a Cuba, donde retomó la labor periodística iniciada en la adolescencia.
Martí asistía a las tertulias que organizaba en su casa para compartir ideales independentistas, también para sumergirse en su portentosa biblioteca, refugio de volúmenes de Rousseau, Voltaire y Montesquieu, libros y revistas de ciencias naturales y autores revolucionarios de la isla natal.
En el oriente del país, se dedicó al estudio de la fiebre amarilla y de la flora y la fauna de la región de Baracoa.
Cuando Martí funda el Partido Revolucionario Cubano en 1892, en Estados Unidos, tuvo en Valdés Domínguez un firme colaborador. Ese mismo año, viaja a Venezuela como representante de la entidad y más tarde a Nueva York para establecer contacto con el gran amigo.
Las misiones para él no cesan, Martí lo envía a La Florida para desarrollar una campaña en favor de la revolución; en Estados Unidos además trabajó como médico en Cayo Hueso hasta el estallido de la guerra independentista en Cuba, en 1895.
Ese mismo año, llegó a la isla en la expedición de Carlos Roloff y en la región central organizó el cuerpo de sanidad militar, fue subsecretario de relaciones exteriores en el ejecutivo de la República en Armas y ocupó la jefatura de despacho del general Máximo Gómez.
Dentro del Ejército Libertador, alcanzó el grado de coronel y, a principios del siglo XX, integró la Junta Patriótica de La Habana, fundada el 10 de octubre de 1907, para oponerse a la corriente anexionista que durante la segunda intervención militar norteamericana pretendió convertir a Cuba en un protectorado de Estados Unidos.
Nunca más ocupó cargos públicos y entre sus múltiples gestos bondadosos destaca el haber reivindicado la inocencia de los estudiantes de medicina fusilados en 1871, sus compañeros de aula.
Además, de impulsar la exhumación de los restos, se preocupó por dejar constancia textual de la crueldad cometida en un libro titulado con la fecha del crimen, un aporte invaluable a la historia Patria.
