Contramaestre, Santiago de Cuba, 15 jun.— Cuando las donaciones de sangre constituyen en el mundo entero un negocio convirtiéndose en una acción de mercado más, en Cuba esta es una acción cotidiana protagonizada por quienes, en condiciones adecuadas de salud y una elevada conciencia ciudadana, aportan el tejido líquido al sistema de salud público gratuito que mantiene el estado socialista desde 1959 cuando triunfó la Revolución liderada por Fidel Castro.
En el municipio santiaguero de Contramaestre, ubicado en el oriente del país y a unos 70 kilómetros de la cabecera provincial, Santiago de Cuba, los Comités de Defensa de la Revolución han logrado desarrollar un vigoroso movimiento de donantes voluntarios de sangre.
1.240 personas acuden regularmente a los bancos de sangre, logrando hasta la fecha 1.738 donaciones al Hospital General Docente Olo Pantoja de la ciudad de Contramaestre. Ese gesto que este año deberá sobrepasar las 4.560 entregas individuales, constituye una demostración más de la solidaridad que los cubanos han logrado desarrollar en medio de la cruel guerra económica que EE.UU libra contra la pequeña pero ejemplar isla del Caribe.
Como parte de la jornada del donante, como se le llama al periodo de reconocimiento a quienes participan de este movimiento en Cuba, en el municipio Contramaestre se pusieron en práctica acciones que permitieron el reconocimiento de estas personas en sus casas y a través de las redes sociales.
Los tres mejores donantes del territorio recibieron el diploma de manos de Gerardo Hernández Nordelo, Vice-Coodinador Nacional de los CDR y en el Banco de Sangre del Hospital General Docente Olo Pantoja de la ciudad, se desarrollaron matutinos especiales de estímulos a quienes muestras ese gesto altruista.
La sangre donada sirve para salvar vidas por medio de las transfusiones, la elaboración de medicamentos y reactivos. Para los cubanos este es un gesto común que se repite en cada comunidad, barrio o municipio como es el caso de Contramaestre que, aun en tiempos de pandemia por la Covid-19, sigue siendo ejemplo de esta práctica inherente a hombres y mujeres de bien.