Durante el Consejo de ministros correspondiente al mes de marzo, se informó que el aumento de los precios, con un impacto negativo en la población cubana, se concentra principalmente en los productos agropecuarios. Este fenómeno se debe, en gran medida, a la presencia de múltiples intermediarios en la cadena de producción, distribución y comercialización, una situación que, según el primer ministro Manuel Marrero Cruz, debemos seguir interrumpiendo, tema que forma parte de la agenda gubernamental para enfrentar la difícil situación económica del país, agravada, sobre todo, por el endurecimiento sin precedentes del bloqueo económico, comercial y financiero impuesto por el Gobierno de los Estados Unidos a Cuba.
De manera sistemática, algunos productores y la mayoría de los intermediarios y comerciantes de todo tipo (privados, estatales e incluso informales) parecen compartir una postura común ante los clientes que intentan negociar los elevados precios de los productos: “Ese es el precio; si quiere, llévelo; si no…”, es la respuesta habitual. Solo unos pocos, los más sensibles, intentan justificar sus razones, aunque, como señalara un jubilado de 68 años durante un debate improvisado cerca del mercado agropecuario de Ferreiro, en Santiago de Cuba, “son igual de inflexibles, por más que uno les suplique”.
Los alimentos son el tema central en casi todos los foros vecinales; la gente enfrenta grandes dificultades para conseguir la comida del día y, cuando logra encontrarla, los precios son tan elevados que solo quienes tienen ingresos económicos altos pueden acceder al mercado y satisfacer la necesidad de sentarse a la mesa y comer dignamente.
La mayoría de los cubanos son revolucionarios, pero, como señalaban los participantes de la conversación mencionada, «a veces se te acaban los argumentos y no sabes qué responder a quienes nos critican, porque muchos de los problemas que enfrentamos son causados por nosotros mismos». Ante esto, cabe preguntarse: ¿quiénes somos nosotros mismos?. Aquí la responsabilidad recae en todas las partes: tanto en quienes generan el problema como en quienes lo permiten.
Se podrían mencionar varios ejemplos negativos, pero quizás el de la venta de papas y el aceite sean especialmente ilustrativos del malestar de muchas personas. Recientemente, por el estado se distribuyó el tubérculo a razón de tres libras por consumidor, a un precio de 11 pesos, sin embargo, justo al lado del mercado de Rajayoga, en un negocio privado, las papas, pero de las más bonitas, se vendían a un precio 19 veces superior. ¿De dónde salieron?, ¿Acaso hubo una oferta especial para los mercaderes del abuso?, Y lo más preocupante: ¿no hay ninguna autoridad con la facultad de interrumpiresta situación?
Abril avanza y aún se distribuye parte del arroz correspondiente a marzo, un alimento fundamental en la mesa de los cubanos; no hay información sobre las entregas en la carnicería y la crítica situación del pan es de sobra conocida. Los consumidores reconocen que el principal factor detrás de estas carencias es el bloqueo económico y financiero impuesto por el gobierno de los Estados Unidos, pero a nivel local la crisis se agrava no solo por los altos precios, sino también por la falta de alternativas, la irresponsabilidad de algunos funcionarios y la indiferencia de otros. A esto se suma la pérdida de solidaridad en ciertos sectores de los servicios, un valor que en su momento fue defendido con fervor en nombre de la revolución socialista.
Por estos días, el congresista estadounidense de origen cubano, Carlos Giménez, insta al presidente Donald Trump y al secretario de Estado, Marco Rubio, a intensificar los esfuerzos para matar de hambre al régimen de Cuba, mientras que en la isla buena parte de los comerciantes privados han cerrado filas para imponer sus altos precios, y una cifra nada despreciable de comerciantes estatales desvían recursos y los negocian en la bolsa negra, según denuncian los participantes del foro callejero, quienes son contundentes al generalizar: en las pesas, tanto estatales como privados, te engañan, salvando las honrosas excepciones.
El ministro de Economía y Planificación, Joaquín Alonso Vázquez, ha señalado que en Cuba se brinda protección a 313 mil 201 personas vulnerables y se atiende a 63 mil 756 madres con tres o más hijos, sin embargo, para el primer ministro Manuel Marrero Cruz, estos esfuerzos siguen siendo insuficientes e insiste en la necesidad de profundizar en los factores subjetivos que continúan afectando la economía y perjudicando a la población.
Ante esta realidad, surge una pregunta clave: ¿qué opinan al respecto los actores de la cadena de producción, distribución, intermediación y comercialización, así como los propios consumidores cubanos?