Muchas son las historias conmovedoras y meritorias de reconocimientos que, a diario, acontecen en los centros de salud de la nación cubana, pero entre esas muchas están aquellas que dejan su impronta por constituir el acto relevante de vencer una batalla de vuelta a la vida.
Hace pocos días Yinivert Fontanals Pérez una santiaguera de 40 años de edad, era sometida a una cesárea en el Materno Sur de esta ciudad, en medio del regocijo de recibir a su bebé. Todo marchó bien al inicio, pero luego, en el transcurso del procedimiento quirúrgico sobrevino una situación complicada por hemorragia.
La reacción del Hospital no se hizo esperar y, tal y como está establecido, se activó el PAMI (Programa de Asistencia Materna e Infantil), el cuerpo de salud de dicha institución, directivos de la provincia y galenos de sumos conocimientos ante problemas de esa índole. Fue, entonces, convocado el doctor José Gabriel Guerra Ruiz, del Clínico Quirúrgico Juan Bruno Zayas, quien se desempeña como jefe del Centro de Reproducción Asistida y del Grupo Provincial de Ginecología y Obstetricia, y miembro de la Comisión de la Atención a la Materna Grave.
La ocurrencia de hemoperitoneo (presencia de sangre en el abdomen) fue la señal de alarma que movilizó de inmediato al colectivo médico, bajo el liderazgo del doctor José Gabriel. “Al evaluar el caso encontré que había perdido el 108 por ciento del volumen sanguíneo, con trastorno de la coagulación, hipotermia y alteraciones en el equilibrio ácido básico (acidosis metabólica). Era realmente una situación muy comprometida para su vida, al combinarse esos tres elementos: acidosis, hipotermia y coagulopatía. La probabilidad de fallecer era de más del 90 por ciento”.
Según relató el doctor, “al llegar, en medio de la cirugía, ayudamos a terminar todo el procedimiento y se hizo reposición de las pérdidas con hemoderivados para mejorar el transporte de oxigeno y los elementos de la coagulación y ácido básico, y se realizó una cirugía de control de daño para evitar más cuadros de sangrado y riesgos mayores; estaban comprometidos todos sus mecanismos fisiológicos”.
Teniendo en cuenta que por su estado era intransportable se creó una terapia intensiva en el propio salón con el acompañamiento de intensivistas, hematólogos, máquina de ventilación y todos los recursos materiales y humanos para la atención multidisciplinaria.
Lo cierto es que no se escatimaron esfuerzos y recursos, incluso aquellos inimaginables, para contrarrestar la hipotermia con el empleo de manta artesanal, colchas, batas desechables de médicos, secador de pelo; todo como fuente de calor. Pasadas 18 horas se midió la marcha del proceso y se esperó 6 horas más para corregir los mecanismos fisiológicos. Luego, mediante coordinación con el SIUM (Sistema Integral de Urgencias Médicas), la Comisión Nacional de Materna Critica y todos los elementos clínicos, se decidió el traslado en ambulancia de apoyo vital avanzado, hacia la terapia intensiva del Hospital Clínico Quirúrgico Juan Bruno Zayas. “La máxima razón que nos movía era salvar a la paciente”.
Han transcurrido poco más de dos semanas y hoy Dionny Centeno Cala, esposo de Yinivert, aún le emociona mucho narrar todas las angustias experimentadas, en aquellas terribles horas de espera con el siniestro preludio de una posible defunción. “Recuerdo que el doctor José Gabriel me dijo: Pon tu la fé y nosotros pondremos la ciencia, porque está ¡crítica, crítica, crítica!… Casi me desplomo”.
Refiere el galeno Guerra Ruiz que entre 36 y 48 horas, después de corregir el desequilibrio del medio interno y la coagulación, se procedió a una segunda intervención para retirar las compresas incorporadas en la cirugía de control de daños y todo salió bien. Otros muchos detalles podrían añadirse como las 29 transfusiones de sangre y plasma, realizados; la revitalización de los signos vitales, que llegaron a estar en cero y otras resoluciones a las señales altamente críticas. Ya recuperada volvió al Materno Sur, donde fue recibida con una gran carga de emoción y alegría.
El liderazgo competente del doctor José Gabriel Guerra Ruiz y el amplio equipo de intensivistas, especialistas afines y otras figuras importantes de la salud santiaguera, bajo la orientación precisa de la dirección nacional del PAMI y el control y seguimiento de este programa en la provincia, permitieron salvar a Yinivert Fontanals y a dos madres más con semejante gravedad, en el propio mes de octubre, atendidas por el experto médico con el feliz resultado de ganarle a la muerte.
Gracias a la competencia médica, la responsabilidad y el profundo sentido humano de la medicina cubana, ya hoy Yinivert, goza de salud y comparte la felicidad en su hogar, junto a su esposo, su niña de tres años, el nuevo miembro de la familia, Samuel Alejandro, y sus padres. Ella no tiene palabras para el agradecimiento a todos los que siempre le acompañaron en su restablecimiento, entre ellos también la doctora Evelín Carrión Vaillant, del consultorio 14 del Policlínico Carlos J, Finlay. Por eso su esposo asegura que se creó como una familia extendida a todos los directivos y trabajadores de ambos hospitales, algo que los marcó por el resto de su existencia.
Nada asombra cuando se constata la dimensión de la medicina cubana, que atesora el orgullo de contar con médicos de la talla y desmedida entrega como José Gabriel en quien preside, según asegura, el amor por su profesión y sus pacientes.