Santiago de Cuba, la gran pasión de Francisco Prat Puig

Santiago de Cuba, 31 oct.— Del Doctor Francisco Prat Puig perdura su obra fue toda su existencia y su pasión. El catalán llegó a la isla caribeña y se prendó de esta tierra que lo acogió como a un hijo y él la marcó con su impronta de investigador y arqueólogo.

España quedaba atrás como una memoria de ideas revolucionarias en total desacuerdo con el régimen de Francisco Franco. Salió incluido en el último batallón del Ejército Republicano para un campo de concentración en Francia y en septiembre de 1939 arribó a La Habana, donde lo esperaban los padres de su esposa cubana, quienes le dieron la bienvenida; en diciembre, ella llegó acompañada de sus hijas.

En 1940 el catalán obtuvo la nacionalidad de la isla caribeña… Impartió clases en la Universidad de La Habana, entre otras labores en la capital hasta que dos años más tarde visitó por primera vez a Santiago de Cuba y esta ciudad lo sorprendió con su arquitectura su gente y sus tradiciones. Se prendó de la estampa rodeada de mar y montañas. La fundación de la Universidad de Oriente lo acogió en su claustro de profesores, momento en que se instaló en esta urbe para toda la vida.

El devenido santiaguero por derecho del amor, describía al terruño natal, como a un valle rodeado de colinas enhiestas y en los fríos inviernos se pasaba noches enteras en imaginerías y sueños despiertos. Nació el 11 de noviembre de 1906 en la Pobla de Lillet, Barcelona.

De su padre heredó la vocación del magisterio y el afán del descubridor de legados antiguos. Cuando el gobierno franquista despareció, él volvió a su poblado natal y cuando regresó a Cuba, afirmó que hubiera preferido quedarse con los recuerdos infantiles porque de sus sueños, solo quedaban añoranzas. Todo se había transformado. De su terruño solo existía el nombre.

Hasta 1991 se le veía caminar lento por la Universidad de Oriente, donde impartió clases desde su fundación (1947). No se jubiló dedicado por entero a la investigación. Su casa del reparto Flores, en el poblado de El Caney, era el sitio de arte para el trabajo: rodeado de una rica colección privada que donó para lo que es hoy el museo que lleva su nombre en el alto centro docente santiaguero, (Goya, Pereda, José A. Rivera, Carlos Enríquez y platería, siglo XIX, entre otras obras).

Sus huellas se encuentran en la ciudad, desde el Castillo del Morro, San Pedro de la Roca (Patrimonio de la Humanidad), Casa de Diego Velázquez, hoy museo de ambiente histórico colonial hasta el ayuntamiento, sede del gobierno municipal, frente a la plaza mayor citadina.

Este hombre de talla relevante desapareció físicamente el 28 de mayo de 1997 pero en Santiago de Cuba sigue su memoria fresca y fuerte al igual que su mirada y el hablar pausado. Definía a la ciudad con grandes terrazas en subida desde la bahía: el primer descanso a la altura del parque de Céspedes, la segunda en la sala Dolores y la otra, en la misma plaza de Marte.

Para el concepto de Prat, su trazado la tipifica como única en Cuba por su perfecto emplazamiento. Saboreaba la idiosincrasia del santiaguero: íntimamente ligada al modo de ser de la ciudad, donde sus habitantes suben y bajan pendientes como algo cotidiano, trotadores de lomas y sin darse cuenta, de hecho, trotamundos. Muchos se han demostrado como buscadores de nuevos horizontes.

También destacaba que las casas encimadas en los farallones, más arriba del nivel de las calles, formaban miradores o nidos de águilas; los balcones codeados de tú a tú con la sierra, hacían de sus vecinos, una especie de caballeros andantes, aventureros y enamorados. Las montañas desafían a los santiagueros y el mar despliega su majestad; en comunión despiertan los sentimientos de quijotes antillanos.

La brillantez de su biografía, dice del universo que fue Prat Puig: Licenciado en Filosofía y Letras; Doctor y Licenciado en la Universidad de Barcelona; doctorado en Madrid, Profesor en el Instituto de Mataró; Premio Martorell (arqueología). El Ministerio de Cultura de Cuba le otorgó todas sus distinciones y obtuvo en 1980 el título de Doctor en Ciencias del Arte.

El gobierno español le concedió la más alta condecoración a personalidades de la cultura, la Orden Isabel la Católica, (1992). La remembranza y vivencia del Doctor Prat en Santiago de Cuba indica la gratitud de esta ciudad para el hombre que no se cansó de distinguirla con los mayores halagos y con los más grandes amores.

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Joel @ No todo está perdido
abril 11, 2024 at 1:44 am
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Hay que adelantarse a los acontecimientos. La ingenuidad en la comunicación, cuesta.
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