La Habana, 10 dic.— Al legado personal del genial cineasta cubano Santiago Álvarez (1919-1998), así como al que dejó a las nuevas generaciones de realizadores cubanos se refirió hoy el reconocido director Fernando Pérez, en el contexto del Festival Internacional del Nuevo Cine Latinoamericano.
Santiago es mi padre cinematográfico, expresó, porque en su opinión, el noticiero logró que se formaran los más significativos profesionales del medio del momento, «era un taller de creación, ahí me hice cineasta», argumentó sobre el Noticiero ICAIC Latinoamericano, informativo fílmico semanal fundado por Álvarez en 1960.
En un panel homenaje al destacado documentalista, a cuyo centenario se dedica la edición 41 de la cita, Pérez comentó que Santiago deja a los creadores contemporáneos la actitud de libertad con que asumió cada uno de sus proyectos, en los que operó de manera audaz y no panfletaria, pero a la vez comprometida.
Precisamente Arte y Compromiso, centenario del natalicio de Santiago Álvarez, fue el título del encuentro, que reunió en la Sala Yelín de la Casa del Festival (calle 19 entre Paseo y 2, Vedado), a destacados investigadores y académicos extranjeros alrededor del trabajo del creador de valiosas joyas de la documentalística cubana.
La profesora española María Luisa Ortega y el realizador y escritor británico Michael Chanan, compartieron en la ocasión sus apreciaciones sobre el cine de Álvarez a partir del análisis de sus obras, mientras que el periodista brasileño Amir Labaki, lo hizo a través de su libro El Ojo de la Revolución: el cine urgente de Santiago Álvarez.
Conducidos por el talentoso director de Clandestinos (1988), destacaron su uso sin prejuicios del collage, tanto visual como sonoro, la violencia en el montaje que caracterizó su estilo, calificado por Pérez de «sentido del ritmo cinematográfico».
También resaltaron la importancia que concedía a la música, continua durante todo el audiovisual, y donde esta se convertía en una forma de narración, pues la falta de textos fue otra constante en su trabajo.
Títulos como Now (1965), Ciclón (1963), LBJ (1968), Hanoi, martes 13 (1967), Hasta la victoria siempre (1967), y 79 Primaveras (1969) fueron usados como referente obligado a la hora de tocar su obra, la cual, aseguró Fernando Pérez, está viva y no solo en Cuba.