General Calixto García: 180 años entre los cubanos

El General de tres guerras independentistas, Calixto García Íñiguez, nació hace 180 años –el cuatro de agosto de 1839- en la ciudad de Holguín, jurisdicción entonces de la provincia de Oriente.

Inscrito legendariamente en la historia como León holguinero, también fue honrado por José Martí al llamarlo “el hombre de la estrella en la frente”, teniendo en cuenta, sin dudas, sus méritos de combatiente y patriota, y la marca candente que dejara en su frontal la salida de un proyectil con el que intentó suicidarse, para no caer vivo en manos del enemigo.

Casi un niño, por razones económicas debió asumir faenas en el ramo del comercio, en las que se hizo experto contable, pero mantuvo una superación autodidacta en asignaturas humanísticas. Siempre quiso acceder a la Universidad, aunque no pudo cumplir el sueño.

Tras estancias temporales en La Habana y Bayamo, lugares en los que trabajó y estudió por cuenta propia con la ayuda de familiares, pasó a residir finalmente en Jiguaní, pequeño poblado oriental, alejado de su natal Holguín.

Allí administró un tejar propiedad de su madre, Lucía Íñiguez, quien resultara más adelante otra probada patriota.

También se casó en esa comarca con Isabel Vélez y formó una familia de seis vástagos. Fueron tiempos en que, además, llevó cuentas de un terrateniente lugareño. En ambas faenas lo sorprendió el estallido de la primera guerra de independencia, el 10 de octubre de 1868.

Se incorporó y enseguida comenzó a destacarse, primero bajo el mando del general Donato Mármol. Con rapidez fue promovido al Estado Mayor del general Máximo Gómez.

Adquirió sus invaluables conocimientos militares de forma autodidacta. Fue el general que mayor empleo llegó a hacer de la artillería, planificaba eficazmente el asedio y toma de comunidades y ciudades, así como los asaltos a columnas enemigas. Participó en la Guerra de los Diez Años, la Guerra Chiquita y la Guerra Necesaria.

Sustituyó al Generalísimo -cuando fue a ocupar otros cargos-, en la jefatura de la División Cuba, que abarcaba los distritos de Baracoa, Guantánamo, Santiago de Cuba y El Cobre, manteniendo el mando de la referida División.

Luego pasó a dirigir la guerra en toda la provincia de Oriente. Tras múltiples batallas durante 1873 y 1874, marchó hacia Camagüey. Con el acuerdo de realizar la invasión a Las Villas, regresó a Oriente.

En septiembre de 1874, el enemigo logró cercarlo en San Antonio de Baja, próximo a Bayamo. Prefirió morir por su propia mano antes de caer en manos de los españoles y se disparó debajo de la barbilla pero no consiguió su fin: la bala salió por la frente, dejando una marca para siempre.

Muy grave, fue hecho prisionero y enviado a cárceles españolas, donde permaneció cuatro años, hasta que en 1878 es puesto en libertad. Marchó a Nueva York , donde presidió el Comité Revolucionario Cubano que alistó la llamada Guerra Chiquita.

Logró desembarcar en la Isla por Santiago de Cuba. Enfermo y sin condiciones para la lucha, capituló unos tres meses después. Fue deportado a España, donde residió hasta que comenzó la Guerra del 95, cuando se trasladó a Nueva York, y luego desembarca nuevamente en su amada ínsula el 24 de marzo de 1896.

Tras la caída del Mayor General Antonio Maceo a fines de ese año, lo nombraron Lugarteniente General del Ejército Libertador, manteniendo el cargo de jefe del Departamento Oriental.

Estados Unidos intervino a fines de 1898 para frustrar la independencia a punto de ser ganada por los mambises. El ejército estadounidense negó la entrada de las huestes del General García a Santiago de Cuba.

Indignado por la acción vejatoria, García renunció al cargo de jefe del Departamento Oriental y marchó con sus tropas hacia Jiguaní.

Escribió una carta de renuncia al jefe de las fuerzas norteñas. Ya había comprendido las verdaderas intenciones de los invasores.

El 13 de septiembre de 1898, el Consejo de Gobierno lo destituyó del cargo de Lugarteniente General del Ejército Libertador. Días después hizo su entrada en Santiago de Cuba, donde fue aclamado por el pueblo.

Los acontecimientos propiciaron su viaje posterior a Washington con la misión de procurar el reconocimiento a los verdaderos libertadores, así como los recursos financieros necesarios para el licenciamiento de los miembros de su ejército. Durante esa misión ocurrió su lamentable deceso.

Una fulminante pulmonía acabó con la vida del General Calixto García el 11 de diciembre de 1898 en la capital estadounidense mientras intentaba, sobreponiéndose incluso a crueles penas personales, cumplir su deber. (Martha Gómez Ferrals)

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Joel @ No todo está perdido
abril 11, 2024 at 1:44 am
Son los jóvenes quienes, en mayoría, llevan el mayor peso del quehacer cotidiano del país. Así ha sido siempre. No…
El secretismo no es política de estado, sin embargo, hay directivos en entidades que lo practican...
Hay que adelantarse a los acontecimientos. La ingenuidad en la comunicación, cuesta.
Una realidad latente; hay que cumplir la máxima de estar por delante de la noticia.
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